sábado, 30 de agosto de 2014

Recorrido y baños por el río de los Caballos


sábado, 23 de agosto de 2014

Sendero del Gaitanejo y baños en el Embalse del Guadalhorce



CRÓNICA: MIGUEL ALONSO
De Estepona partimos por la autovía del Mediterráneo A-7 en sentido Málaga, desviándonos en la salida 185 para seguir por la carretera A-355 hacia Ojén, dejando atrás este y los términos de Coín, Pizarra y Carratraca. Un despiste nos hizo retroceder y al fin tomamos la carretera correcta hacia Ardales por la Autovía A-357.

A la altura de Ardales seguimos por el desvío que indicaba hacia El Chorro. A partir de aquí, la carretera iba bordeando gran parte del Embalse del Conde del Guadalhorce, que en todo momento quedaba a nuestra izquierda, hasta que a unos 5 kilómetros de este desvío, llegamos a un punto donde se nos indicaba a la derecha hacia El Chorro y al Parque Ardales al frente. Nosotros seguimos las indicaciones pasando por el Camping Parque Ardales, en las cercanías del Desfiladero de los Gaitanes, siguiendo la carretera hasta llegar a nuestro punto de destino, el Restaurante El Kiosko (10:15 h), punto de reunión con los compañeros que venían de otros lugares y donde dejaríamos aparcados los coches, ya que aquí comenzaba nuestra ruta por el Sendero del Gaitanejo. Hasta este lugar habíamos recorrido 108 kilómetros en dos horas y quince minutos.

Fueron llegando los compañeros, los primeros, Camille y Brooke tras nosotros. Mientras venían de Málaga Mari Carmen, Paula y Toñi, decidimos tomarnos unos cafés en el restaurante y al poco llegaron las tres (10:35 h). Otros cafés para las chicas y mientras, contactamos con una pareja: Candela y Marcelo, que pedían información para hacer una ruta que coincidía con la nuestra. Aceptaron nuestra invitación y emprendimos los once el recorrido (11:00 h) atravesando el túnel que había al lado del restaurante El Kiosko.

Recorrido por el Sendero del Gaitanejo
Pasamos el corto tunecillo, de unos 150 metros de longitud, excavado en roca arenisca, que nos dio paso al otro lado de la montaña, a una ladera de pinar con vistas al Embalse del Gaitanejo. Un despiste, al iniciar la subida al camino de arriba por un punto equivocado, nos hizo andar con dificultad entre matorrales hasta llegar a la pista por donde discurría el Sendero del Gaitanejo. Una vez superado el despiste, ya en ruta, nos acercamos a un mirador (11:25 h) desde el que se contemplaba el río Guadalhorce, justamente el tramo comprendido entre el embalse del Conde de Guadalhorce y la presa del Gaitanejo, por donde discurriría nuestra ruta.

Pronto enlazamos con la pista que venía desde el restaurante el Mirador. En este cruce (11:35 h), un panel informaba del recorrido, no tardando en encontrarnos con el ramal que ascendía a la derecha y que llevaba hasta el Mirador del Almorchón y a la variante para ascender al pico del Convento (618 m). Decidimos no alargar la excursión en dos kilómetros de subida y otros tantos de bajada debido al calor, decisión adoptada por mayoría y con el desacuerdo de José Antonio, que proponía acercarse a un mirador, no muy distante, en el mismo camino, antes de seguir al pico del Convento. Tenía razón, hubiera sido una buena decisión. Merecía la pena por las vistas a contemplar.

De nuevo en la pista principal, continuamos el camino con nuevas perspectivas del Embalse del Gaitanejo, que íbamos viendo entre las ramas y las copas de los pinos que flanqueaban el camino. Pasamos a través de un nuevo túnel (11:55 h), también excavado en roca arenisca, que nada más dejar atrás pasamos por un lugar plagado de grandes oquedades rocosas originadas por la erosión alveolar, tan característica de esta zona, hasta llegar a la que fue la central hidroeléctrica más antigua de España. Pasamos junto a la valla metálica que rodeaba la central, que dejamos a nuestra derecha, e inmediatamente pudimos observar, a nuestra izquierda, la Presa del Gaitanejo, construida casi de forma artesanal a base de bloques de sillería.

El Caminito del Rey
Unos 100 metros más adelante, llegamos a las cercanías del famoso “Caminito del Rey”, en su tramo correspondiente al Desfiladero del Gaitanejo, cuyo acceso estaba cortado por una alambrada debido a las obras emprendidas para rehabilitarlo. Sí pudimos bajar por un camino más cerca de la presa (12:05 h) y asomarnos más allá. Unas fotos y la contemplación del desfiladero. En las paredes más próximas pudimos ver restos de la pasarelas del antiguo “Caminito”, ahora en obras de rehabilitación.

Senda de los pescadores
De vuelta a la antigua Central Hidroeléctrica, tomamos la “Senda de pescadores” (12:40 h), que discurría paralela a la orilla del río Guadalhorce, que ahora llevábamos a nuestra derecha, pasando frente ante un espectacular arco trazado sobre una pared de arenisca, en la orilla contraria, conocida como La Roseta, monumental ejemplo de erosión alveolar (por las oquedades que presentan las rocas).

Algo más adelante, todavía junto al nivel de las aguas del río, tras pasar una higuera, la senda describía una prolongada curva, a modo de herradura, formada por un antiguo meandro, donde nos encontramos con lo que fueron las ruinas de antiguas viviendas rupestres.

La vegetación de ribera estaba constituida por fresnos, tarajes, sauces, adelfas y eucaliptos, estos últimos, al ser una especie exótica que en tiempos pasados se introdujeron en muchos lugares de España equivocadamente, están siendo sustituidos por especies autóctonas. Abundaba un matorral de palmitos, lentiscos, algarrobos y acebuches y grandes masas de pino carrasco.

En este lugar, aprovechamos una zona recreativa con mesas, cercana a la orilla, para hacer una breve parada (12:49 h) y tomarnos un “tentempié”. A partir de aquí, la senda comenzaba a subir de forma suave, con el río siempre a nuestra derecha, hasta que los pinos que nos flanqueaban se abrían lo suficiente para permitirnos ver el “Pico del Convento” y parte de los tajos del Almorchón.
El último tramo del sendero era a la vez tendido y suave, pasando justo por delante de la Presa de Gobantes, que quedaba a nuestra derecha, mientras que a la izquierda teníamos la entrada al túnel por el que regresamos al restaurante El Kiosko (13:40 h), junto al cual dejamos aparcados los coches al inicio de la ruta.

Jornada de baño al finalizar la ruta y comida
Una vez finalizada la ruta, unos se fueron a darse unos baños al pantano, que teníamos a dos pasos del restaurante, y otros decidimos quedarnos en el comedor tomándonos unas cervezas mientras esperábamos el regreso de los bañistas para comer la paella que habíamos encargado.

Al fin llegaron el resto de compañeros (15:00 h) y al poco, el arroz a la paella junto con dos platos de ensalada, cervezas, tintos de verano y mucha alegría. Después postre, cafés y helados para las golosas. Y eso sí, una larga sobremesa hasta que decidimos levantar el campo e irnos con los coches a otra zona del pantano (17:20 h) donde había un kiosco llamado “La Isla”, en una zona recreativa, a bañarnos unos y otros a montarse en unas piraguas.

Después de la experiencia náutica y los baños, las chicas de Málaga nos invitaron a una merienda que traían y que compartieron con nosotros (19:20 h): tortilla de espinacas, ensalada, queso para untar en el pan, mejillones en conserva, todo ello  acompañado por unos refrescos que compramos en el kiosco cercano.

Comenzaba a atardecer, el sol tornaba al característico color del ocaso, de una pálida tonalidad naranja. Eran las ocho de la tarde y decidimos emprender el regreso.

Otro día más, muy completo en cuanto a ruta, baños, paella, merienda, piraguas y gran camaradería, algo habitual en nuestras salidas.

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   El grupo frente al restaurante El Kiosko, de izquierda a derecha, delante: Candela Guirao, Antonia López, Paula López, Camille Harris, Martine Colombu, José Antonio Quirós, Miguel Alonso, Mari Carmen Martín y Marja Bolscher. Detrás, a la izquierda, Brooke Harris y Marcelo Orozco.

  RECORRIDO POR CARRETERA DE ESTEPONA AL RESTAURANTE EL KIOSKO

   MAPA TOPOGRÁFICO DE LA RUTA

  ESQUEMA DE LA RUTA

  
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: Miguel Alonso)

viernes, 15 de agosto de 2014

Recorrido fluvial por las angosturas del río Guadalmina



CRÓNICA: MIGUEL ALONSO

De Estepona partimos (10:00 h) un grupo de 6 compañeros (Pepi, Sofía, Marja, José Luis Gil y Fran Gil) en sentido Málaga, desviándonos en el kilómetro 168,5 (salida a Benahavís. Al llegar a la rotonda, paramos junto a la gasolinera de Repsol (10:30 h) para unirnos al resto de compañeros que nos estaban esperando (Martine, Manolo, Violeta, y dos amigos persas de Marja: Amore y Morteza). Posteriormente continuamos, por la segunda salida de la rotonda, la carretera A-7175, que nos llevó a las cercanías de Benahavís, donde paramos en la primera zona de aparcamiento cerca de la carretera, donde dejamos los coches para comenzar el recorrido.

En este lugar nos hicimos la foto del grupo (10:45 h) con la bandera del club y tras la sugerencia de Manolo, en vez de seguir por la carretera hacia la Charca de las Mozas, un peligroso recorrido de unos tres kilómetros, decidimos retroceder unos metros por la carretera para desviarnos a la izquierda y bajar atravesando un trecho pedregoso y subir por un corto sendero que nos llevó a la (11:07 h) “Acequia Secreta”.

Recorrido por la Acequia Secreta

Fue un acierto pues, además de evitarnos el peligro de la carretera, el recorrido era precioso. Este nuevo sendero está en construcción. Hay un puente de madera sobre el río, todavía no transitable, que salva el río y discurre por una ladera paralela al cauce, unos 40 metros por encima del nivel del río, al lado opuesto de la carretera. Desde el extremo del puente más próximo a la ladera, pasa una acequia que viene desde el pueblo y que lleva el agua para riego de los campos de golf cercanos a la costa.

Comenzamos un recorrido relajado, protegidos de los rayos solares por unos túneles de abundante y variada vegetación que flanqueaban la acequia. Íbamos disfrutando de una perspectiva diferente a la de las angosturas, que ahora recorríamos a media altura por la vertiente oriental, pasando por un pequeño acueducto, que salvaba el arroyo del Coscojar, y que usamos como puente (11:38 h). A nuestra izquierda, arriba, asomaba el cerro de Montemayor y al frente, cada vez mas cerca, el pueblo de Benahavís.


Al fin llegamos a punto donde la acequia recibía el agua del río (12:20 h), un cruce de caminos donde una carretera, que bajaba por nuestra derecha, y que en unos pasos nos acercó a la de Benahavís. Desde este lugar bajamos unos metros de carretera por un acerado que nos condujo a las escalinata (12:40 h) por la que accedimos a la “Charca de las Mozas” de unos cinco metros de profundidad.

El recorrido fluvial

De 28 kilómetros de longitud, el río Guadalmina nace en la Sierra Bermeja, en el término municipal de Igualeja, pero el agua permanente se encuentra más abajo, en el municipio de Benahavís, de donde surge por los acuíferos kársticos formando un paraje denominado "Las Angosturas". Desemboca en el municipio de Marbella junto a San Pedro de Alcántara; sirviendo de separación entre los términos municipales de Estepona y Marbella. El río queda encajonado en un corto desfiladero, “Las Angosturas del río”, de unos dos kilómetros de longitud, originando diferentes charcas y pozas rodeadas de paredes rocosas al pie de espectaculares tajos.

A partir de este lugar comenzamos el recorrido por el río, en el sentido de la corriente, iniciando el primer contacto con el agua bajando por una especie de tobogán formado por la erosión del agua sobre las rocas. Después de esta primera poza, continuamos por una zona del río muy pedregosa. Este tramo tuvimos que recorrerlo con cuidado ya que, presentaba una cierta dificultad, debida al verdín acumulado en las piedras que las hacían resbaladizas.

Las siguientes pozas las pasamos con el agua a la altura de la cintura. Poco a poco, nos fuimos adaptando a la temperatura del agua, comprobando que los tramos más fáciles eran los que hacíamos nadando o dejándonos llevar por la corriente del agua.

Según avanzábamos, el río se iba encajonando, cada vez más, a través de las paredes rocosas que albergaban gran cantidad de plantas rupícolas, llegando a una estrecha garganta o cahorro, cuyas paredes se podían tocar con los brazos estirados. Las pozas empezaban a tener mayor profundidad, obligándonos a nadar entre las paredes verticales donde era difícil encontrar puntos de agarre.

Como el recorrido sabíamos que era corto, no teníamos prisa, íbamos disfrutando tranquilamente. Según avanzábamos, entramos en una zona donde casi no se veía el sol y la luz se colaba por las rendijas de la parte alta, entre las rocas, creando un bello espectáculo. A ambos lados, las rocas estaban cubiertas por unos pequeños helechos y musgos cuyo verde daba un fresco muy agradable.

Recorrido por los sifones

Llegamos a una de las zonas más interesantes del recorrido, una especie de túnel o cueva (14:13 h) donde en épocas de lluvias se puede formar un sifón.

Durante varios metros de recorrido tuvimos que nadar por un pasillo entre las rocas, donde el agua tenía bastante profundidad y por ende más fría. Las paredes no ofrecían puntos donde agarrarse, era la zona conocida como el “Primer sifón”. Si mirábamos hacia arriba veíamos la formación de estalactitas.

Más adelante, llegamos a un tramo subterráneo, el llamado “Segundo sifón”, donde una cuerda permitía subir a una roca para desde ella saltar al agua. Al fin, la luz del sol comenzó a colarse por las grietas de este túnel, tan espectacular, saliendo al final a una zona más abierta, donde de nuevo vimos los deslumbrante rayos solares, continuando por tramos de poca profundidad.

Al cabo de dos horas de recorrido llegamos a una pequeña presa que tuvimos que bajar agarrados a una cuerda con nudos y con la ayuda de nuestros amigos persas Amore y Morteza.

Todavía nos quedaba un tramo de pozas, de bastante profundidad, donde tuvimos que nadar unos diez minutos, llegando a la zona donde se abría el cauce y se acaban las angosturas, justo bajo el nuevo puente de madera.

Comida en el Parque Torre Leonera

Finalmente salimos del río (15:22 h), por nuestra derecha, para alcanzar la carretera y, en unos minutos, llegar al aparcamiento donde dejamos los coches. De allí nos trasladamos en coche al Parque Torre Leonera (15:46 h), situado en la avenida de la Moraleda, un bello espacio, muy bien cuidado, con estanques y muchos árboles, a cuyos pies se extendía una cuidada alfombra de césped y donde sobresalía la Torre Leonera, uno de los restos de los tiempos de la lucha entre musulmanes, cristianos y moriscos.

Pronto encontramos un árbol, con una frondosa copa, cercano a una pequeña cascada artificial que refrescaba el ambiente. Allí comimos nuestros bocadillos, bajo una paz relajante, disfrutando de un merecido descanso entre comentarios y alabanzas al recorrido y al increíble entorno. Decidimos que esta sería una de las salidas emblemáticas del club. Finalmente dimos por finalizada (16:58 h) una bella y emocionante jornada, regresando posteriormente a nuestras casas.



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  El grupo antes de emprender el recorrido por la "Acequia secreta", de izquierda a derecha, agachadas: Pepi González y Sofía Mateos. Detrás José Luis Gil, Martine Colombu, Miguel Alonso, Violeta Montequín, Marja Bolscher, Amore Amiri, Morteza Noryam, Manuel Muñoz y Francisco Gil.


MAPA DEL RECORRIDO POR CARRETERA DE ESTEPONA A BENAHAVÍS

GALERÍA FOTOGRÁFICA

(Fotos: Manuel Muñoz)




sábado, 9 de agosto de 2014

Moraga de espetos de sardinas, chorizo y morcilla



CRÓNICA: MIGUEL ALONSO
Otro año más, el pasado sábado día nueve celebramos la IV Moraga de espetos de sardinas en la playa de la Escollera de Estepona. Acontecimiento que aprovechamos para, además de reunirnos, degustar unos espetos variados.

El evento se pudo realizar gracias al trabajo de un grupo de compañeras/os que trabajaron para que todo saliese perfectamente.

A las 19:30 horas habíamos quedamos citados con Juan Andrés en la barrera de acceso al puerto. Este vino con un familiar que disponía de permiso para entrar, cosa que hicimos Manolo y el que os escribe la crónica (Miguel), dirigiéndonos con la furgoneta al lugar reservado en la Delegación de Participación Ciudadana en el mes de julio, el contenedor que hacía las veces de las antiguas barcas de madera con el nombre de "Málaga". Mientras iban llegando el resto de compañeros encargados de preparar la comida, descargamos y colocámos las cinco mesas cerca del muro de separación con la playa, que nos sirvió de asiento.

Pronto llegaron con la leña y los espetos para ensartar sardinas, chorizos y morcillas. Acondicionada la barca (contenedor metálico lleno de arena) y extendida la leña sobre un hoyo minuciosamente preparado, trabajo que realizó Juan Andrés, se prendió la candela y mientras se iban haciendo las ascuas de la leña, que ardía lentamente, Javier y Juan Andrés, ayudados por Johan y Manolo, comenzaros a espetas sardinas. A la par, Pepi y Sofía se encargaron de hacer lo mismo con los chorizos y morcillas.

Por otro lado, Chema y Lupe preparaban la ensalada de pimientos asados con langostinos. Una labor minuciosa pues antes se tuvo que “pelar los langostinos”, ya cocidos, para juntar con los pimientos asados.

Roque estaba por otro lado preparando la sangría con su simple pero exquisita fórmula: vino tinto, azúcar, fruta picadita y unos cubitos de hielo para refrescarla y…, a beberla. Estaba muy buena.

Mientras, los compañeros que iban llegando se fueron acomodando en las mesas con sus sillas en el pretil de divisoria con la playa. La noche estaba perfecta, una luna llena, que nos vigilaba en el cielo, daba un toque perfecto.

Por fin vinieron los primeros espetos de sardinas, que apenas tocaron la bandeja, y más tarde los de morcilla y chorizo, que tardaron en ponerse a punto. Las sardinas eran grandecitas y el fuego las dejó muy sabrosas.

Se fueron formando grupos, entre los compañeros con sus respectivos invitados y familiares, donde se conversaba y comían los espetos junto con los vasos de un rico gazpacho y, entre espeto y gazpacho, un vaso de la sangría que quitaba el sentido.

Finalmente Chema comenzó a preparar unas calas de sandía y melón, postre con el que finalizamos la cena.

Sobraron unas pocas sardinas que regalamos a los pescadores que teníamos enfrente, sentados a la puerta de su “cuartos de aperos de pesca”, que habían tenido los bastidores de “volaores” (peces voladores) a secar antes de poner nosotros las mesas en el mismo sitio.

Poco a poco, el grupo se fue disolviendo, mientras otros quedamos recogiendo y limpiando los recipientes donde habíamos puesto la comida. La candela iba languideciendo lentamente, teníamos que irnos. Una vez apagado el fuego y el lugar de comida en perfecto estado, fue lo que nos hizo abandonar el sitio cuando faltaba media hora para las dos de la madrugada, tiempo límite de la autorización que nos habían dado, poniendo fin a una noche de camaradería y encuentro, como siempre.



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   PLANO DE SITUACIÓN DE LA MORAGA




   Parte del grupo de asistentes, de izquierda a derecha. Delante: Sofía Mateos, Noemí y Marcelino Espinosa. Detrás: Lola Criado, Miguel Alonso, Pilar Cañizo, Pilar Arangüena, Pepi González, Guadalupe Ortiz, Sara Velasco, Latifa Chellal, Luis Clemente, Juan Andrés López, Marja Bolscher, Consuelo Alonso, Antonia Torrecilla, Roque Jesús Gómez, Manuel Muñoz, María Luisa Moreno, Rosa María Martín, Javier Duarte, José María Martín y Ana Ortiz.    

GALERÍA FOTOGRAFICA
(Fotos: Lola Criado, Miguel Alonso)


sábado, 2 de agosto de 2014

Recorrido desde Istán a la Charca de la Canaleta


CRÓNICA: MIGUEL ALONSO

Desde Estepona partimos quince minutos más tarde del tiempo previsto (8:30 h), esperando a una retrasada, en un coche donde íbamos 5 compañeros. Llegados al kilómetro 176 de la Autovía del Mediterráneo A-7, nos desviamos para seguir hacia Istán por la carretera A-7176 y, tras haber recorrido 35,8 kilómetros, en una hora aproximadamente, llegamos a la plaza del Calvario, lugar de encuentro y donde aparcamos los coches. En este lugar esperamos unos minutos hasta reunirnos con los compañeros que venían de San Pedro de Alcántara y Marbella, con los que formamos un grupo de diez personas.

El pueblo de Istán
Al norte, la impresionante mole de la Sierra Real (1.331 m) preside el paisaje del municipio, como telón de fondo del pueblo y del pantano de río Verde o de La Concepción, que se extiende a sus pies. Por el sureste, otra zona montañosa, la de Sierra Blanca, prolonga el relieve hasta las proximidades de la costa. Entre ambas sierras, el valle del río Verde, antes de formar el embalse, da lugar a parajes de gran interés paisajístico y ecológico en la Dehesa de Bornoque, donde una densa masa de alcornoques baja hasta el fondo del valle, mezclándose con quejigos y algunos pinsapos, componiendo una bella estampa en el borde norte, en las cercanías de Istán; un paisaje agrícola de terrazas en las que se cultivan frutales y hortalizas.

Durante la rebelión de los moriscos en 1569, Istán (que significa más alto), tomó parte activa en el levantamiento de la zona. El señor del pueblo era un acaudalado morisco que promovió la rebelión en la costa. El rey Felipe II acabó con el levantamiento y, sofocada la rebelión, el pueblo se repobló con familias murcianas que hablaban el dialecto panocho, nombre con el que desde entonces se conoce a los habitantes del pueblo.

Antes de comenzar la caminata, entramos en el Bar-Restaurante Troyano, situado en la plaza del pueblo, ya que a la puerta del establecimiento se anunciaba en una pizarra los platos de la carta. Ya teníamos en la mente, por otros años que pasamos por aquí, que tenían un plato típico de conejo al ajillo. El camarero nos aseguró que a la vuelta tendríamos conejo para comer, por lo que nos dio el teléfono para llamar y decirle cuantos lo comeríamos.

Ruta a la Charca de la Canaleta
En vez de hacer la ruta caminando por la pista que conduce directamente al río, pasando por el lugar del nacimiento del río Molinos, conocido por “El Nacimiento”, nosotros decidimos hacer un recorrido más vistoso desde el centro del pueblo.

Iniciamos la caminata desde el aparcamiento de la plaza del Calvario, (10:05 h) pasando por la calle El Chorro, donde se encuentra una famosa fuente, antiguo lavadero que se puede considerar como la imagen más emblemática del pueblo, situado en una zona pintoresca de fachadas blancas, en cuya escalinata lucen las buganvillas y rosales.

La fuente de El Chorro consta de siete caños y se abastece de antiguas de canalizaciones de origen árabe. El agua pasa desde la fuente hasta el lavadero, adornado con arcos de ladrillo visto y azulejos.

Tras unas fotos, seguimos caminando hasta la plaza donde está la iglesia de San Miguel (siglo XVI), donde nos esperaban tomando unos cafelitos Rosa, Marja y Javier. En este lugar nos hicimos la foto del grupo (10:20 h), continuando posteriormente por una callejuela que salía, a la altura de un quiosco de chuches, a la izquierda de la iglesia, que en bajada nos llevó a la altura del cementerio (10:31 h). Desde este lugar continuamos a la derecha para volver a bajar pasando por una zona de huertas y frutales, en dirección sudeste por el sendero PR.A-166 Istán-Herrizas de la Gallega.

Este sendero nos llevó a uno de los rincones más espectaculares del valle del río Verde: el Charco del Canalón, por una pista forestal que, tras unos 500 metros a través de huertos y frutales, nos llevó hasta el cruce del río Molinos, que atravesamos por el puente peatonal de hormigón y después continuamos unos 600 metros por la misma pista en dirección norte, caminando en  bajada sobre un suelo de cemento para después cruzar un arroyo. A lo largo de este primer kilómetro de recorrido pudimos ver como los naranjos y aguacates poblaban las huertas que dejábamos a nuestro paso.

Poco más adelante cruzamos otro arroyo conocido como Arroyo Luis y a unos 100 metros llegamos a las Herrizas de la Gallega, especie de mirador natural, desde donde pudimos contemplar una impresionante vista del río Verde.
Después continuamos por la pista que, tras atravesar unos campos de aguacates, empezó una leve subida. Estábamos, más o menos, a unos 2.500 metros de la salida. Aquí la ruta abandonaba la pista forestal y por la izquierda se adentraba en un sendero que continuamos cruzando primero dos arroyos pequeños y luego uno un poco más grande: arroyo Castaño. Poco más adelante llegamos a una pista forestal a través del Puerto de la Cornicabra.

Subimos un poco por esta pista que nos llevó a otra que continuamos por la izquierda y, al cabo de unos cientos de metros, descendimos al río Verde. Esta pista, que viene a la derecha, es por la que hubiéramos venido desde el pueblo si no hubiéramos seguido la opción que tomamos al principio.

Una vez en el río, antes cruzamos el arroyo Bornoque e inmediatamente después del cruce del arroyo, seguimos a la derecha por una pista que seguimos recto unos 15 metros hasta el río, que tuvimos que cruzar con precaución debido a las piedras resbaladizas por el verdín que las cubría.

Seguimos la pista y en unos 400 metros encontramos otro cruce de carril que sale por la derecha: el Carril de las Arcas, que seguimos recto y en unos minutos de bajada llegamos al río Verde. En este punto encontramos los restos de un antiguo puente colgante, solamente quedaban los cables suspendidos sin tablas. Una pena que no se reparen estos pasos, por lo que tuvimos que cruzar con cuidado el arroyo y posteriormente seguir 10 metros y, en la primera curva del carril, por la derecha, cogimos un sendero que en pocos metros y río arriba nos llevó (14:20 h) al Charco del Canalón.

Nada más llegar y acomodarnos, bajo una sombra junto a la charca, nos dimos el primer baño en unas frescas y claras aguas. Había poca gente, por lo que nos felicitamos de la suerte.


Charca de la Canaleta
En este lugar comimos y entre baños en unas aguas pobladas de pequeños pececillos, parece que eran alevines de Barbos (?). Hasta pudimos darnos unas cabezadas, algo incómodas pues el lecho era de piedra.

Esperábamos a que el sol fuera perdiendo intensidad, pero ya nos cansaba la espera y en nuestro pensamiento nos inquietaba el tiempo de vuelta, unas dos horas y media. Al fin, decidimos emprender el regreso (18:00 h). Pensábamos que el sol nos toleraría nuestro atrevimiento. El resultado fue a medias; un camino de subidas y bajadas por algunas sombras con poca agua.

A una hora y media del pueblo, nos reconfortaron los frutos de las huertas que había a uno y otro lado del camino: higueras y naranjos, a nuestro alcance, que nos permitieron calmar la sed y deleitarnos con sus sabores, a la vez que coger una inyección de azúcares tan necesarios para seguir caminando.

Al pueblo llegamos (20:40 h) pensando en el conejo al ajillo que nos esperaba. Antes paramos en una fuente de agua, cerca de la plaza de la Puerta del Chá, frente al edificio del ayuntamiento, donde saciamos la sed y nos refrescamos la cabeza. Algunos aprovechamos, a nuestro paso, la panadería de San Miguel Arcángel, que tiene horno de leña y además es pastelería. Su especialidad son las tortas de aceite con la base de sallos (?), una receta con más de 100 años de tradición. Hicimos acopio de sus productos y continuamos por la calle Empedrada hacia la plaza, donde nos estaban esperando en las mesas del restaurante, justo ante la fachada de la iglesia.

Cena en Istán
Por supuesto, además de un descanso sentados en las mesitas del “Bar-Restaurante Troyano”, comimos opíparamente. Unos, el plato estrella: “conejo al ajillo” y el “plato panocho” compuesto por: patatas y pimientos verdes fritos, pisto, chorizo, filetitos de lomo, huevo frito, un gozo. Otros, optaron por los calamares fritos a la romana o ensaladilla rusa, todo regado, en unos casos por cerveza o vino y en otros por unos refrescos.

El ambiente de la plaza era encantador, con un cierto trasiego de lugareños y forasteros bajo una agradable temperatura. La noche se nos había echado encima, sin darnos cuenta, mientras comíamos y charlábamos animadamente. Teníamos que regresar, cosa que hicimos cuando eran las diez y media de la noche. En el cielo del aparcamiento, la luna en fase creciente, lucía e iluminaba la plaza.

Otra ruta para retener en nuestra mente y repetir el próximo año en los mismos o parecidos términos.


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   PLANO RECORRIDO ESTEPONA A ISTÁN

  VISTA SATÉLITE



  MAPA TOPOGRÁFICO

    PERFIL DE ALTURA


   El grupo ante la iglesia de San Miguel de Istán. De izquierda a derecha: Rima, Marja Bolscher, Brooke Harris, Miguel Alonso, Violeta Montequín, María Rosa Martín, Manuel Muñoz, Javier Duarte, Martine Colombu y Camille Harris.


GALERÍA FOTOGRÁFICA 
(Fotos: Miguel Alonso, Manuel Muñoz y Javier Duarte.