CRÓNICA: MIGUEL ALONSO
El pasado jueves, festivo del 1 de noviembre, Día de Todos los Santos y debido a las malas condiciones meteorológicas que pronosticaban un 40 % de probabilidades de lluvia, se tuvo que suspender la excursión circular que teníamos programada desde Jubrique a Genalguacil y, después de comer en la Venta Las Cruce de este pueblo, continuar de regreso a Jubrique.
En el Bar Estadio de Estepona, lugar de salida de nuestras excursiones, nos encontramos cinco socios: María Lozano, Pepi González, José Antonio Quirós, Juan Manuel Usero y Miguel Alonso, que decidimos, ante la insistencia de José Antonio y María, dirigirnos hacia Genalguacil con el propósito de, si el tiempo en ese lugar nos lo permitía, hacer un recorrido por los alrededores.
A Genalguacil llegamos sobre las diez de la mañana, parando a la entrada para contemplar la panorámica desde el Mirador de la Huerta, continuando después, tras atravesar el pueblo, hacia el paraje de Las Cruces, donde se encontraba la venta donde comeríamos y desde cuyo lugar pudimos contemplar una impresionante panorámica desde el mirador. Una densa niebla apenas nos permitía ver la Sierra Bermeja, que teníamos al frente. Desplazábamos la vista a uno y otro lado y el espectáculo era de extraordinaria belleza, prueba de ello son las fotos que tenemos en el servidor de Picassa correspondiente a esta excursión.
Al fin decidimos hacer un recorrido desde este lugar hacia Benarrabá, bajando (10:35 h) por la vereda de los Limones, sendero de pequeño recorrido (PR-A 240), caminando los primeros 4,6 kilómetros de la ruta hacia Benarrabá, como indicaba la tablilla que había al inicio del sendero, pasando por la vereda de las Cañas y más adelante vadear por un puentecillo el arroyo de las Cañas para seguir caminando un buen trecho en llano, con el río Almarchar a nuestra izquierda.
Al poco, dejamos a nuestra derecha la entrada a una finca, continuando por una pista forestal que pasaba junto a la entrada de la finca El Chicharral, llegando al poco al Prado de la Escribana. Una vez en este lugar, cruzamos el río Genal para subir hacia el pueblo de Benarrabá.
El tiempo invitaba a seguir el recorrido. La niebla había desaparecido y el sol hizo acto de presencia, así que decidimos llamar a Rafa, con el que habíamos quedado en que, si el tiempo cambiaba a mejor, se desplazarían un grupo de compañeros para comer junto con nosotros en Genalguacil, como teníamos proyectado hacer en un principio.
Una vez cruzado el cauce del río Genal por un semipuente de hormigón, cubriéndonos los pies el agua que sobrepasaba este paso, nos encontramos al frente con dos indicaciones que señalaban el mismo destino, Benarrabá: una señalaba a la izquierda y la otra a la derecha. Nosotros optamos por seguir el sendero de la derecha. Tras pasar una cancela, donde un letrero indicaba: “Camino particular” y “Prohibído el paso”, haciendo caso omiso a estas indicaciones ya que las balizas señalaban este camino.
Andados unos metros en una subida no muy pronunciada, nos encontramos a un lugareño que bajaba montado en una motocicleta y que, además de confirmarnos que el camino que llevábamos era una “servidumbre de paso” que el dueño de la finca había cortado arbitrariamente, nos dijo que habíamos tomado el camino más largo para llegar a Benarrabá, el más corto era el que abajo indicaba a la izquierda. Seguimos subiendo un rato hasta que el reloj marcaba la una de la tarde, momento en el que decidiendo regresar, ya que nos faltaban varios kilómetros para llegar a Benarrabá y aún teníamos que volver a Genalguacil a donde habíamos quedado para comer en la Venta Las Cruces, entre las dos y las tres de la tarde, con los compañeros que venían directamente de Estepona.
Volvimos a Genalguacil por el mismo camino de ida, llegando al paraje de Las Cruces a las tres menos cuarto de la tarde. En la venta nos esperaban Rafa, Pilar, Roque, María Luisa y María que se estaban tomando unas cervezas con unas tapas de carrillada de cerdo.
Rafael, el dueño de la venta, nos había preparado un plato combinado, a petición nuestra, de patatas y pimientos fritos con huevo y un filetito de cerdo, una ensalada y todo ello acompañado de vino o cerveza, al gusto de cada uno. De postre, la mayoría optaron por un rico arroz con leche y luego un café o té.
Finalmente, después de la foto de grupo que nos hizo un parroquiano, emprendimos el regreso a Estepona pasadas las cinco de la tarde, dirigiéndonos a la cafetería Ophira, como suele ser abitual al término de nuestras salidas, donde departimos un buen rato mientras tomábamos unas copas.
Al final pudimos aprovechar un día que, en un principio, la meteorología nos presentaba muy malo y que gracias a la “incredulidad” de José Antonio y María pudimos disfrutar.
Mapa con el recorrido de Estepona a Jubrique (35 km en 1 h)
De izquierda a derecha: Pepi González, María Fernández, María Lozano, Miguel Alonso, Juan Manuel Usero, José Antonio Quirós, Pilar Arangüena, Rafael Rodríguez, Roque Jesús Gómez y María Luisa Moreno.
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