sábado, 24 de enero de 2015

Ruta circular de Gaucín al camino de los cortadores de corcho


CRÓNICA: JOSÉ ANTONIO QUIRÓS

La mañana se esperaba bastante fría y, como es habitual, habíamos quedado en el Bar Estadio sobre las ocho de la mañana, un poco más temprano con vistas a desayunar en Gaucín. 

De Estepona partimos ocho compañeros: Miguel Pernas, Margaret, Rosa y Javi, María José, Pepe y María, Alicia y el mismo que escribe, con la intención de reunirnos con otros cinco compañeros que nos esperarían en Gaucín: José Carlos y su tío José, Jesús y Pilar, y por último Rafael Guzmán, en total catorce almas para tan anhelado periplo con el humilde propósito de desayunar en el Bar el Hacho, frente a la gasolinera del pueblo. 

Por ser más corto el trayecto elegimos acortar a través del camino de los pedregales en dirección Casares para posteriormente llegar a nuestro gélido y ventoso destino sobre las nueve. 

El Bar Hacho estaba cerrado, y no tuvimos más remedio que ir a otro bar que se vislumbraba justo a la izquierda de la gasolinera. El lugar cubrió con creces nuestras expectativas de tomar un buen desayuno junto a la chimenea, lugar recomendado para futuras ocasiones, Jesús y Pilar así como José y su sobrino José Carlos se adhirieron justo al llegar, aunque Rafael Guzmán llegó más tarde ya que entendió que el lugar de encuentro era el conocido Bar El Socorro. Subsanado el lapsus, desayunamos plácidamente  y con todo nuestro dolor dejamos aquella chimenea, en ese momento debo reconocer que muchos de los allí presente nos hacíamos la misma pregunta ¿qué hacíamos allí, a esas horas y con ese viento helado que cortaba la respiración? pero es nuestro maravilloso destino, caminar y hacer nuestras las sabias palabras de Machado.

Iniciando el ascenso sobre las diez de la mañana, mientras el frío viento de norte azotaba nuestras silueta, el personal saca a relucir toda su artillería pesada, en cuanto a abrigos se refiere, para mitigar las consecuencias de la inesperada y no menos incordiosa presencia del gélido Eolo. 

Durante la subida, Margaret me dijo que no me preocupara y me comentó que el viento cejaría en su intento de laminar nuestras sonrisas arcaicas, por no decir ceños fruncidos. Mi ingenuidad de guía provisional para la magnífica ocasión no hizo sino creer a pies juntillas en la gran sabiduría de mi compañera, propia de una isleña celta forjada en este tipo de vicisitudes. 

El viento amainaba y llegando a hacer cota sobre la colina que soporta al majestuoso Hacho, y como diría nuestro querido Paco de Málaga “a la volcailla”, mi querida compañera me susurra que sabía que el “ventus heladus” pararía, ya que había visto el día anterior al hombre del tiempo avisar del amaine, ¡oh pobre de mí!, una vez más… Maggie “owe you one!”. 

Este acontecer marca un punto de inflexión, la ruta pasa de la noche al día, se calma el viento, acaba la cuesta y todo es felicidad, buen rollo, empieza la verdadera ruta de “los cortadores de corchos”; sol, chaparros, paso calmo, momento foto, todo ello aderezado con la inigualable fragancia del romero, jara y olor a tierra mojada. 

Bajo la discreta y lejana mirada de un sinfín de buitres y a través de magnificas y sinuosas sendas  alcanzamos a llegar a un blanco cortijillo para hacer un paradita, unos agasajándose con deliciosos tentempiés mientras otros hacen estiramientos dejándose acariciar por el astro rey.  

Tras la parada, continuamos por el carril siempre bajando de manera continuada y suave mientras al revolver en una curva nos sorprende una piara de cerdos a decir por su pelaje de alta alcurnia en lo que a cerdos se refiere, su color negruzco los delata. 

Se atenúan los gruñidos al mismo tiempo que bajamos y apreciamos que estamos llegando a la parte más baja de la ruta, a un arroyo de agua que baja con fuerza, aprovechamos para saciar nuestra sed y rellenar las cantimploras. 

Es fácil hacer un ejercicio de imaginación y dibujar en nuestras mentes cómo ese arroyo contribuye a aumentar el caudal del río Genal y que este a su vez, mucho más adelante, hace lo mismo en su unión con el río Guadiaro. 

A partir de aquí comenzamos una leve subida por el carril y el grupo se estira, de manera sosegada, disfrutando del bello entorno hasta alcanzar el punto en el que reunirnos y así percatarnos del giro hacia la derecha que nos lleva a subir, por una vereda debidamente señalizada, con destino hacia el pueblo de Gaucín, la cuesta es más acusada con lo que el paso se ralentiza y las conversaciones como son de esperar brillan por su ausencia.

Tras el esfuerzo de la subida el grupo alcanza por fin el asfalto del eje Ronda-Gaucín (A-369) sobre las dos y media de la tarde, en la parte más oriental del pueblo, allí se consensua el mejor final para tan esplendido día al mismo tiempo que cruzamos el pueblo, Jesús y Pilar deciden visitar el castillo del pueblo, Rafael se debe marchar por motivos personales a Sabinillas, así como José y su sobrino José Carlos. 

El resto del grupo decidimos poner la guinda a tan magnifica jornada en el bar “El Hacho” donde nos espera una soleada y cálida terraza con una vistas espectaculares de Sierra Crestellina así como todo el estrecho de Gibraltar. Fue momento de esparcimiento y descanso para disfrutar de una ruta que duró unas cuatro horas y unos doce kilómetros de distancia aproximadamente y donde se echó de menos al resto de compañeros y compañeras que por distintas  razones no pudieron asistir. 



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   RECORRIDO POR CARRETERA DE ESTEPONA A GAUCÍN

VISTA SATÉLITE
PERFIL DE ALTURA




PARTICIPANTES
De izquierda a derecha: Margaret O'Connor, Javier Duarte, Rafael Guzmán, Rosa María Martín, Miguel Ángel Pernas, Pilar Villar, José Castillo, José Carlos Rivas, José Antonio Quirós, María José Carrillo, Pepe García Márquez, María Martín y Alicia Ruiz. Hace la foto Jesús Díaz.

GALERÍA FOTOGRÁFICA
Fotos: Javier Duarte, José Antonio Quiros y Jesús Díaz








sábado, 17 de enero de 2015

Recorrido circular de Benahavís a Montemayor


CRÓNICA: RAFAEL RODRÍGUEZ


Salimos del lugar habitual, Bar Estadio, dieciseis compañeros, uno que lo hace por primera vez, Rafael Guzmán, y nos dirigímos por la Autovía del Mediterráneo A-7 desviándonos en el kilómetro 168,5 salida a Benahavís. Al llegar a la rotonda, paramos junto a la gasolinera de Repsol para unirnos a los compañeros que vienen de otros lugares. Tras unos minutos de espera continuamos desviándonos en la segunda salida de la rotonda por la carretera A-7175 en sentido a Benahavís.

Antes de entrar al pueblo, nos desviamos por una carretera que sale a nuestra izquierda y que, en una fuerte subida (21% de pendiente) nos lleva, a “Benahavis Hills Country Club”, un complejo residencial de villas de lujo, donde aparcamos los coches en un amplio aparcamiento situado a la entrada del complejo, disfrutando desde este sitio, de las primeras panorámicas del entorno: la costa mediterránea, el Estrecho de Gibraltar y el litoral magrebí.

Desde este lugar iniciamos el recorrido por un sendero en mal estado que parte del propio aparcamiento que, en bajada, nos irá acercando al valle del río Guadalmina, al que llegaremos después de tomar un atajo atravesando un frondoso matorral mediterráneo: retamas, jaras, cantuesos, aulagas y madroño y algunos cítricos, que podremos sortear con cierta dificultad, llegando a un camino de tierra que, entre subidas y bajadas, nos llevará a un alto desde el que volveremos a tener unas fabulosas vistas del entorno: campos de golf, casas diseminadas con sus respectivos caminos que, vistas desde la altura, nos parecen una gran maqueta.

El camino nos va acercando a la base de Montemayor, pasando por una vivienda abandonada, de tipo señorial, conocida por “Casa Romera”. Junto a ella, veremos una fuente de agua y un cobertizo. Seguimos sendero abajo pasando por varias encrucijadas hasta dar con una especie de acequia cubierta de malezas y enredaderas.

En la cercanía, nos sorprende ver, oculta entre la vegetación, una impresionante torre que se alza sobre enormes peñas, de cuya base brota una fuente de aguas cristalinas que corre ladera abajo hacia una pila junto a una alberca. Esta edificación es conocida por “Torre Romera”, lugar donde los escritos antiguos dicen que fue enterrado Al-Lamayi, visir y poeta de los hamudíes (dinastía bereber que se mantuvo en el poder hasta mediados del siglo XI cuando, en 1055, la taifa de Algeciras fue conquistada por la taifa de Sevilla).

Después de acceder a una carretera que da servicio a una urbanización, desde cuya altura seguiremos disfrutando de espléndidas vistas panorámicas, seguimos por un camino de tierra que nos acercará a la base de Montemayor, teniendo que subir por un sendero en buen estado hasta alcanzar una pista asfaltada que da aceso a una urbanización y que lleva a los depositos de aguas de Benahavís, situados en las inmediaciones del castillo.

Al terminar la cuesta junto a los depósitos, que cada uno sube a su ritmo, hay un pequeño mirador donde decidimos tomar algo de fruta, refrescarnos y recuperarnos con las vistas de Gibraltar y Sierra Bermeja.

Tras estos minutos de asueto, continuamos por una pista de tierra en ascenso que nos conduce hasta una vaya que hemos de sortear lateralmente con la ayuda de Gabriel y Francisco, para retomar la pista en ascenso hasta la ladera del castillo.

Es una subida en zigzag con algunos repechos importantes, pero que vamos realizando sin mayores contratiempos.

Ya en la base del monte, nos reagrupamos y tomamos un sendero muy estrecho que dificulta la marcha. Transita entre vegetación y los restos de las murallas lo que hace aún más dificil nuestro avance.

Vamos buscando el acceso más cómodo por este sendero de cabras hasta llegar a las ruinas del castillo. La verdad, ha valido la pena el ascenso ya que las vistas son impresionantes en cualquier dirección: Sierra Blanca, la costa, África, Gibraltar, Sierra Bermeja, Sierra de las Nieves…, momento que aprovechamos para tomar aire y realizar fotos.

Después nos acomodamos sobre las piedras y comemos tranquilamente disfrutando de los rayos solares y de una temperatura muy agradable. Una vez terminamos, aprovechamos la presencia de una pareja para realizar la foto de grupo.

Comenzamos el descenso por un sendero muy estrecho y con fuerte pendiente. Tras recorrer unos metros llegamos a la base de la ladera noroeste del monte y a una pista de tierra rojiza.

Descendemos unos metros y nos reagrupamos bajo un alcarnoque centenario. A continuación seguimos por la pista de tierra hasta la urbanización de salida donde llegamos a las 14:30 horas.


Una vez en los coches decidimos tomar unos refrescos en Benahavís, en Parque Polideportivo junto al río. Momento para comentar las incidencias de la ruta y relajarnos con la agradable temperatura. 

Ya de vuelta a Estepona y antes de terminar, nueva parada en el Restaurante La Gamba, en el paseo marítimo para, con unos mojitos de por medio, dar por concluida esta relajante jornada.


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   RECORRIDO POR CARRETERA DE ESTEPONA A BENAHAVIS HILLS



VISTA SATÉLITE
 VISTA TOPOGRÁFICA
 PERFIL DE ALTURA
PARTICIPANTES
Con la Sierra Bermeja de fondo, de izquierda a derecha y de delante a atrás: José García, Alicia Ruiz, Paquí Naranjo, Ana de Torres, José Luis Jiménez, Gabriel Guerrero, Luis Resina, Miguel Alonso, María Martín, Rafael Guzmán, Francisco Quirós, Manuel Muñoz, José Luis Gil, Martine Colombu, Remedios Palop, Miguel Ángel Pernas, Rafael Rodríguez, Susana Seradilla, Francisca del Río, Margaret O´Connor, José Antonio Quirós y Luis Clemente.

GALERÍA FOTOGRÁFICA (Incompleta)
(Fotos: Luis Clemente, José Luis Gil, Miguel Alonso y Rafael Rodríguez)



sábado, 10 de enero de 2015

Recorrido circular por el pinsapar de Sierra Bermeja al pico de Los Reales



CRÓNICA: IGNACIO PÉREZ DE VARGAS
Este sábado hemos iniciado el programa de rutas en el año 2015, con un recorrido circular por el bosque de los pinsapos en Sierra Bermeja, muy adecuado para recordar el origen de la denominación de nuestro Club, vinculada a estos árboles de alto valor paisajístico y científico, pues bien, hemos comenzado el año con un auténtico éxito en cuanto al número de participantes, nada menos que treinta y dos, nos hemos reunido a las 8:30 horas en el bar Estadio, lugar habitual de encuentro.

Saludos rituales, felicitaciones para el nuevo año y presentaciones de nuevos socios, que han decidido incorporarse al Club, siendo esta la primera vez que comparten ruta con nosotros, así como a amigos, que una vez más se unen a nuestro grupo para disfrutar de una jornada de senderismo.

Una vez organizada la distribución de los participantes entre los coches, iniciamos el ascenso desde Estepona a Peñas Blancas (15 km), en un día soleado y luminoso, disfrutando de fantásticas vistas sobre las diferentes zonas de la costa, según la orientación de las numerosas curvas existentes en la carretera.

Debido a la dificultad para aparcar todos los vehículos en la carretera dirección a Genalguacil, decidimos aparcar en la explanada existente en Peñas Blancas, iniciando la ruta a pie en ese punto, por tanto, descendimos por la referida carretera un tramo de un kilómetro, tomando la desviación situada a la izquierda para iniciar el ascenso a los Reales.

La primera parte de la ruta se hace por un sendero estrecho, a través de un frondoso bosque de pinos, salpicado de pinsapos, con vistas al valle del Genal, en cuyas laderas podíamos ver a lo lejos los pueblecitos, como pequeñas manchas blancas, rodeadas del color verde de los bosques.

A lo largo del sendero, nos encontramos con pinsapos centenarios, con troncos de considerables dimensiones, si bien, sus ramas son escasas y poco pobladas de hojas de color grisáceo, poniendo de manifiesto signos de vejez, pero junto a estos ejemplares, podíamos ver como crecen jóvenes pinsapos, con la forma típica de los abetos y con sus troncos poblados de ramas, adornadas de hojas de intenso color verde.

La vitalidad de los jóvenes ejemplares nos hace ser optimistas, en cuanto a la conservación del bosque de pinsapos, para disfrute de muchas generaciones.

La primera parada la hicimos en la plazoleta de Genalguacil, en la que existe un mural de cerámica con un precioso poema de García Lorca sobre los árboles. Allí descansamos unos minutos, antes de iniciar el ascenso hacia los Reales, por un sendero estrecho y pedregoso. En la medida que subíamos y el día avanzaba, aumentaba la temperatura y la luminosidad, y al mismo tiempo, el viento de levante soplaba con cierta fuerza en la parte alta del recorrido, desde donde podíamos ver al Este, en un primer plano, Sierra Blanca, y en el horizonte, los picos nevados del Mulhacén y Veleta, en Sierra Nevada, y al Oeste, Sierra Crestellina en Casares y el Monte Hacho de Gaucín.

Continuamos nuestra ascensión hasta llegar al pico de los Reales, donde hicimos una nueva parada para reportaje fotográfico y para disfrutar de las vistas panorámicas sobre la costa, en parte cubierta por nubes bajas, en especial, en la parte sur oeste, que formaban un mar de nubes, sobre el que se divisaba en el horizonte los picos más altos del macizo del Atlas, en Marruecos.

En este punto, nos dividimos en dos grupos. Uno siguió a los guías Roque y José Antonio, por la ruta trazada en el Blog, partiendo de un lugar próximo a las antenas, por la cara norte de la sierra. Es un sendero cómodo y bastante fácil de seguir a pesar de no tener indicaciones ni balizas. Transita entre claros del bosque de pinsapos en la ladera norte de la sierra con un descenso constante pero suave.

Otro grupo decidió continuar el recorrido hasta el mirador de Salvador Guerrero, para disfrutar las vistas hacia la parte oeste de la costa, en ese día, cubierta de nubes bajas, para posteriormente, tomar el bocadillo, o en su caso, comer los platos que ofrecen en el Bar existente en el Refugio.

No es habitual este tipo de divisiones, pero apelando a la tolerancia, solicitamos la comprensión de los guías y de los compañeros que continuaron por la ruta anunciada en el Blog.

Ambos grupos nos reunimos en el aparcamiento de Peñas Blancas, sobre las 16:00 horas, para despedirnos e iniciar el regreso en coche a nuestros lugares de origen.

La ruta en el entorno del bosque de los pinsapos de Sierra Blanca, con uno u otro trazado, se puede repetir cada año, sin temor a que los participantes puedan acusar cierto desencanto por transitar por los mismos parajes, que han sido visitados en años anteriores, porque la belleza del entorno nos hace disfrutar como si fuese la primera vez que recorremos esos lugares, es más, creo que esta ruta debería repetirse cada año.

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   RECORRIDO POR CARRETERA DE ESTEPONA A PEÑAS BLANCAS

VISTA SATÉLITE



PARTICIPANTES
De izquierda a derecha y de delante a atrás: Luis Naranjo, Rosa María Martín, Francisco Sánchez, María Jesús Infantes, Gisella Torandel, Sofía Mateos, Miguel Alonso, Isabel López, Ana María de Torres, Alicia Ruiz, María Martín, Ignacio Pérez de Vargas, Ginés Tomás, Rafael Rodríguez, Juan Manuel Capella, Javier Duarte, Roque Jesús Gómez, José Antonio Quirós, Marta López, Margaret O´Connor, Pilar Villar, Jesús Díaz, Francisco González, Pepe García, Antonio Muñoz, Luis Clemente, Miguel Ángel Pernas, Marja Bolscher, José Luis Gil, Martine Colombu y Maximiliano Gámez. Hace la foto Carlos de Lara.

GALERÍA FOTOGRÁFICA 
Fotos: Isabel López, Luis Clemente, Miguel Alonso y Rafael Rodríguez.