sábado, 26 de julio de 2014

Recorrido por la costa desde Valdevaqueros a Bolonia


De Estepona partimos (8:20 h) por la Autovía del Mediterráneo A-7 en dirección a Tarifa. Desde la carretera pudimos divisar, con cierta dificultad debido a la bruma reinante, una gran duna de arena llamada Punta Paloma, al fondo de la cual observamos una zona boscosa y en su parte trasera las sierras de la Higuera y de la Plata.

Íbamos atentos pues, a la altura del kilométrico 74, teníamos que girar a la izquierda para continuar por la carretera A-2325, siguiendo la indicación de un cartel que nos anunciaría a Punta Paloma.

Al fin llegamos al desvío que esperábamos (9:22 h) continuando de frente y luego a la izquierda, hasta llegar a la playa de Valdevaqueros, donde aparcamos los coches para iniciar la ruta. Desde Estepona habíamos recorrido 81,2 kilómetros en un tiempo de una hora, cumpliéndose el vaticinio de Google Maps.

El entorno
Nos encontrábamos en el Parque Natural del Estrecho que abarca, desde Getares en Algeciras, hasta el Cabo de Gracia en Tarifa, espacio protegido en 2003, siendo el más meridional del continente europeo.

La pedanía de Bolonia se encuentra en una pequeña ensenada del litoral suratlantico gaditano, delimitada por los cabos Paloma y Camarinal, pequeña bahía rodeada por las elevaciones de la Loma de San Bartolomé, al este, y las sierras de la Higuera y de la Plata al oeste.

Sin duda, las playas de Tarifa son kilómetros de arena fina y dorada bañadas por unas aguas cristalinas de bellos matices de colores, desde el azul claro a un azul verde (turquesa) y al más oscuro al fondo, eso sí, aguas muy frías. Tuvimos la suerte de tener de cara un viento de poniente, el idóneo para andar por estas playas.

Las playas
La de Valdevaqueros, famosa por la multitud de deportes náuticos que se practican en ella, tiene una extensión de algo más de 5 kilómetros con grandes dunas de arena blanca que forman grandes montañas.
La más conocida es la paradisíaca playa de la Ensenada de Bolonia, de las mejores de toda la costa gaditana, con unos 4 kilómetros para disfrutar de una de las pocas que aún se conservan en estado casi virgen. Destacan sus grandes dunas y aguas de azul muy intenso. Junto a ella se encuentra el complejo arqueológico de la antigua ciudad romana de Baelo Claudia.
La ruta por la costa
A Valdevaqueros llegamos en dos coches y allí se nos unió Andrea, que llegó algo retrasada, cuando ya habíamos iniciado (9:40 h) la marcha hacia Punta Paloma, a cuyo frente teníamos la duna. Ésta va agrandándose gracias a los vientos que soplan de levante arrastrando las arenas hacia el poniente.

Comenzamos la caminata desde el aparcamiento, a mitad de la playa, cerca de la desembocadura del arroyo El Valle que forma un gran estuario al llegar al mar. El recorrido lo hicimos en gran parte por la costa hasta la playa de Bolonia. En total 19,2 kilómetros de poca dificultad, tan solo la de caminar por las playas, en algunos tramos de piedras grandes, y en otros por senderos cerca de la costa, siguiendo las marcas en las rocas (trazos blanco y verde) que significan sendero local.

En principio el día se presentaba con poca claridad pero según fuimos caminando fue desapareciendo la bruma pudiendo ver la costa marroquí muy cerca, destacando el famoso promontorio del Ibi Musa (851 m) que, junto con el Peñón de Gibraltar (426 m), forman las míticas Columnas de Hércules.

Caminábamos hacia Punta Paloma, teniendo que sortear, al principio, una zona de piedras sin gran dificultad y después por varias calas de arena dorada y rocas que permiten más la intimidad para la práctica del nudismo. Era temprano y había poca gente, se veían algunos durmiendo (10:14 h) al resguardo de los acantilados y envueltos en sacos de dormir.

A nuestro paso por la playa fuimos encontrando zonas invadidas por las algas, lo que nos hizo pensar que era debido a un fuerte oleaje ocurrido no haría mucho ya que también vimos algunos peces varados en la orilla, entre ellos, uno bien grande, cerca de un metro de longitud, que no supimos que clase de pez era ya que ninguno era pescador.

A nuestro paso observamos en la zona alta antiguos búnkeres de ametralladoras que se construyeron a lo largo de la costa finalizada la Guerra Civil(1936-1939) ya abandonados. Tras unos tres kilómetros llegamos a Punta Corrales (11:35 h), no pudiendo seguir por la orilla, por lo que tuvimos que subir por un sendero cercano a un pinar, por encima de la zona del mar, que atravesaba campos rodeados de lentiscos.

Volvimos a bajar a la playa pasando por las llamadas “piscinas naturales” (12:17 h); son unas formaciones geológicas, rasas mareales, producidas en las paredes de los acantilado que dan lugar a unas balsas, especie de piscinas, donde el agua está retenida y por tanto más cálida.

Continuamos el recorrido por una bella zona con rincones donde cantidad de bañistas acampaban en tiendas o se tumban en tollas sobre la playa para disfrutar de unas cristalinas aguas color turquesa. Un bello entorno hasta ver al fondo (13:03 h) la playa de Bolonia y más allá su famosa duna.

La hora de la comida 
Llegados a esta otra gran playa, unos nos dirigimos a comer en el Bar-Restaurante de “Casa Ríos” (13:25 h) y otros se quedaron en la playa para bañarse y tomar los bocadillos que traían.

El restaurante se encontraba en la zona conocida como El Lentiscal, cerca de una farmacia que se distinguía a lo lejos por la cruz color verde, referencia para no olvidar, donde dispusimos de una extensa carta: frituras, ensaladas, pescados y carnes, bajo un techado que proporcionaba una buena temperatura para comer mientras, a la vez, tomábamos un descanso. Posteriormente, se nos unieron Sofía y Carlos.

El camino de vuelta
Tras los cafelitos, emprendimos el regreso, no sin antes recoger a Marja, que se había quedado con Andrea en un restaurante cercano, junto a su familia que la esperaron allí para comer.

Por indicación de Carlos, en vez de continuar por la playa caminamos por un sendero que discurría más al interior, a poca distancia de la playa, pero por el que podíamos andar con más celeridad y así acortar en tiempo el camino de regreso.

Pasamos cerca del sendero que subía a un restaurante muy nombrado, “El Mirlo” cercano a un puesto de artillería de costa que no se veía desde la playa. Por aquí si que las playas y calas estaban a rebosar de gente. Llegando a la altura de Punta Paloma (18:55 h), vimos muchas personas embadurnadas con un barro que conseguían machacando la piedra de una roca cercana. Por lo visto se conseguía un abrasivo que se extendían por el cuerpo para exfoliar la piel (?). Nosotros seguimos andando aprovechando para darnos unos chapuzones a nuestro paso y un último baño para refrescarnos al llegar a la altura del aparcamiento donde habíamos dejados los coches.

Ya en los coches, nos cambiamos de ropa y, tras las despedidas, emprendimos el regreso (19:39 h) después de haber hecho una ruta con un recorrido de unos 19 kilómetros, entre ida y vuelta.

El próximo sábado iremos a Istán, esta vez a disfrutar del agua dulce del río Verde.

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   MAPA CON EL RECORRIDO POR CARRETERA DESDE ESTEPONA
   VISTA SATÉLITE

   MAPA TOPOGRÁFICO

    PERFIL DE ALTURA


   El grupo, en el aparacamiento de Valdevaqueros, antes de comenzar el recorrido. De izquierda a derecha: Marja Bolscher, Sofía Mateos, Miguel Alonso, Manuel Muñoz, Martine Colombu, José Luis Gil y Carlos de Lara. No sale Andrea Michalowiez.

GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: José Luís Gil, Manuel Muñoz y Miguel Alonso)


  

miércoles, 16 de julio de 2014

Recorrido desde Nerja por el cauce del río Chillar

CRÓNICA: RAFAEL RODRÍGUEZ

Desde el lugar habitual, Bar Estadio en Estepona, salimos un grupo formado por diecisite personas en cinco coches y nos dirigimos por la Autovía del Mediterráneo A-7, en sentido Málaga, desviándonos al llegar a la salida 292 para continuar por la carretera MA-5105 que nos lleva a Nerja

En la Estación de Servício Galp, situada en el punto kilométrico 292 de la carretera, antes del desvío para entrar al pueblo, después de haber recorrido unos 148 kilómetros en un tiempo aproximado de una hora y media, se nos unen tres compañeros que vienen de San Pedro y Marbella.

Una vez desayunamos, nos dirigimos hacia Nerja, seguiendo recto por la avenida Pescia hasta llegar a una señal que nos indica a la izquierda "Centro de Salud". Llegados a este punto, seguimos por la avenida de la Constitución percatándonos que algunos vehículos se habían rezagado, por lo que paramos a esperearles. Ya reagrupados, nos dirigimos  hacia el final de la calle a la izquierda, a la altura del número 127, por la calle Mirto.

Descendemos hacia el río por una pista que discurre bajo el viaducto de la autovía hasta llegar a un punto en que unas cadenas nos impiden el paso. En este lugar aparcamos los coches y esperamos para reagruparnos. 

Una vez juntos aprovechamos la presencia de otros senderistas para hacernos la foto de grupo, a las 11:30 horas.

Desde aquí iniciamos la ruta a pie pasando ya por una zona pedregosa sobre el lecho del río y los restos de las instalaciones de una antigua cantera, caminando el cauce seco durante una minutos, hasta llegar a una pequeña central hidroeléctrica, en la que una gran chorrera, nos permite el primer baño de la mañana. Tras subir una corta rampa, nos introducimos en el cauce del río para remontarlo, escuchando ya el murmullo del agua al discurrir por su lecho.

Iniciamos la subida del río con paso tranquilo lo que nos permite caminar en grupo y realizar las primeras fotos del día. 

En el transcurso de la caminata el grupo se va fraccionando hasta llegar a la primera poza, momento que aprovechamos para reagruparnos.

El día está fresco lo que hace aún más agradable el paseo y la conversación con los compañeros. paradas intermitentes para fotos y dejar paso a la gran cantidad de personas que realizan la ruta.

Paramos de nuevo a las 13:25 horas en unas sombras para reagruparnos y tomar algo de alimento y continuamos  el curso del río ya con algún que otro baño, porque el calor se hace más presente.

A las 14:50 horas llegamos al final del recorrido, con gran afluencia de personas en la poza de la gran chorrera de agua y donde pensábamos refrescarnos. Aprovechamos mientras se despeja un poco, para comer y descansar. 

Después, algunos compañeros se bañan en la poza, ya más tranquila, e iniciamos la vuelta por el mismo camino a las 16:00 horas.

El grupo se fue fraccionando ya que unos hacían el recorrido más deprisa y otros, aprovecharón para retirar basura de las riberas del río lo cual ralentizó su marcha. 

Algún compañero tuvo calambres por lo que hicimos alguna parada para atenderlo y al igual que por la mañana, algunas paradas en la pozas intermedias para refrescarnos.

A las 19:00 horas llegan el último grupo a los aparcamientos completando 16 kilómetros de recorrido en un día muy tranquilo y relativamente fresco.

Tiempo para las despedidas de algunos, que deben volver por asuntos personales y para cambiarse de ropa y calzado para otros, que terminamos la ruta en la estación de servicio Galp con unos refrescos y cafés.

Después de este tiempo de relax, regreso a nuestras casas habiendo disfrutado de una bonita excursión que sin duda repetiremos el año próximo.
 
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   MAPA RECORRIDO POR CARRETERA
  Recorrido de 148 kilómetros desde Estepona a Nerja.

  VISTA  SATÉLITE


  MAPA TOPOGRÁFICO

   PERFIL DE ALTURA

  PARTICIPANTES
De izquierda a derecha: Marta Autón, Juan Antonio, María del Carmen, María del Carmen Aguilar, Natalia, Luis Clemente, Celestino González, Marja Bolscher, Sofía Mateos, Pepi González, José Luís Gil, Rosa María Martín, Soledad Rivas, Javier Duarte, Miguel Pernas, Manuel Muñoz, Martine Colombu, Inmaculada Jurado, Miguel Alonso y Rafael Rodríguez.

GALERÍA FOTOGRÁFICA


sábado, 12 de julio de 2014

Recorrido por las playas desde Punta Chullera hasta Estepona



CRÓNICA: MIGUEL ALONSO

De Estepona partimos (10:15 h) en el autobús de la empresa Portillo (L-31), que finaliza en la Línea de la Concepción, desde la parada de autobuses de Estepona, situada en la avenida de Juan Carlos I, frente al número 15 de dicha avenida y del edificio de los juzgados.

Nuestro destino era la parada de San Diego, situada en el kilómetro 137,5 de la Autovía del Mediterráneo A-7, en sentido Cádiz, a la altura de la urbanización Don Diego, a la que llegamos (10:45 h) y bajamos tras recorrer 18 kilómetros aproximadamente. 

Seguidamente, tras recorrer unos escasos metros por carretera, tomamos un desvío que partía a la derecha. Nada más iniciarlo, tomamos otro a la izquierda siguiendo un camino, en bajada, hasta llegar a un paso inferior (túnel) que discurría bajo la carretera. Por este accedimos a una pequeña playa desde la que iniciamos el recorrido hacia la izquierda, accediendo por una escalinata (10:55 h) que nos condujo a una pista que, continuándola todo recto, nos llevó a la playa de Punta Chullera. Allí estaba al frente el chiringuito “Sal y Sol” y a la derecha la Torre de Chullera (11:05 h), unas de las referencias del recorrido.

Continuamos justo detrás del chiringuito, siguiendo una senda que transcurría paralela a la playa, con tramos de pasarelas y otros de escalinatas, ambas con unas barandillas de madera a los dos lados para más seguridad.
El recorrido iba por la parte superior de las rocas dando acceso a la siguiente playa. A partir de aquí, el recorrido discurría a lo largo de unos 18 kilómetros por arena y por tramos de acerados de los paseos marítimos. No hacía excesivo calor y la bruma reinante nos permitía andar cómodamente.

La primera parte transcurría por la Reserva Ecológica“Playas de Manilva” y “Playas del Negro”, según rezaba en los carteles que fuimos viendo según avanzábamos. Al cabo de un kilómetro, vadeamos el Arroyo del Indiano, uno de los lugares más significativos de la ruta.

Al llegar a las playas de Tubalitas (11:40 h), decidimos hacer un alto para tomarnos unos refrescos en el chiringuito con el mismo nombre de la playa, continuando, tras un breve descanso, nuestra marcha siguiendo un camino señalizado con estacas de madera a ambos lados, que discurría en paralelo a la línea del mar, un poco más adentro de la playa.

El firme del sendero era más cómodo para andar que la arena de la playa, pero tenía el inconveniente de alejarnos del agua del mar. Así es que alternábamos ambos para refrescarnos y para andar con mayor comodidad y rapidez.

A la altura del chiringuito Floria (12:30 h) observámos gente volando en “ala delta” o algo similar. Miguel Pernas nos comentó que no hacía mucho había disfrutado de la experiencia de hacerlo por esta zona.

Continuamos el recorrido pasando por varios chiringuitos: el “Mesón Montes”, la “Garita de Juan”… desde cuyo lugar, el camino tenía un firme más sólido y cuidado, incluso con pasarelas de madera a ambos lados, camino que nos iba acercando a la zona de Manilva, pasando por el chiringuito de “Manilva Bich” (12:55 h).

Nuestra caminata discurría cruzando algunos arroyos que encontrábamos a nuestro paso y transitando por el acerado de las urbanizaciones que pasábamos: Punta Paloma, Martagima, hasta divisar a lo lejos el faro del Puerto de la Duquesa.

A la Playa el Castillo llegamos a las 13:10 horas, teniendo que dar un pequeño rodeo y cruzar el río Manilva por un bonito puente de madera que nos llevó al “Paseo Marítimo Castillo de la Duquesa” con un dique de hormigón que le protegía del mar, pasando cerca del famoso "Castillo de la Duquesa"

Al puerto de la Puerto la Duquesa llegamos (13:30 h) tras pasar por un bonito paseo decorado con jardines y unos bellos bancos con azulejos. Dado que llevamos un buen horario, decidimos continuar.

Las barcas con los espetos de sardinas nos levantaron las ganas de comer, por lo que decidimos hacerlo en un restaurante (14:10 h), en primera línea de playa, con un nombre muy sugestivo “La Raspita”.

No estaba mal para el hambre que nos despertó nuestro olfato: dos pequeñas paellas de arroz con mariscos y fritura variada (13 euros por persona) incluyendo las cervezas y zumo de unos y el tinto de verano (con vino blanco) del que os hace la crónica.

Después de la comida y tras una grata charla, decidimos continuar no antes de pedirle al camarero que nos hiciera la clásica foto (15:58 h) de grupo: éramos solamente cuatro y sin bandera ya que se me había olvidado.

Nuevamente, el recorrido transcurrió por zonas de acerado y urbanizaciones, con la vista, al fondo, de la famosa “Torre de la Sal” a la que llegamos (16:35 h) tras cruzar el arroyo Camarate por un puente de madera, entrando en la zona conocida como “Casares del Mar” dejando atrás el “Chiringuito de la Sal”.
Continuamos por las playas de Casares-Costa, entrando en un parque biosaludable, instalaciones de mobiliario urbano montadas por el Ayuntamiento de Casares para hacer ejercicios corporales en el entorno de Playa Chica. Posteriormente seguimos por Brisamar y Arroyo Vaquero, pasando por Costa Natura y la Playa de Guadalobón.

Entrando en Estepona, a la altura de la Urbanización Seghers, nos dejó Miguel Ángel Pernas y a los pocos metros, en la Playa de El Cristo (19:10 h) lo hizo Toñi Torrecilla que había quedado en este lugar con su familia. Manolo y yo continuamos hasta el Puerto de Estepona donde paramos a tomarnos unas cervezas. Finalmente tuvimos que despedirnos, emprendiendo él su camino a San Pedro de Alcántara, donde vive, y yo a mi casa.






   RECORRIDO POR CARRETERA DE ESTEPONA A URBANIZACIÓN SAN DIEGO
    Recorrido de 18,4 kilómetros hasta la parada del autobús en la Urbanización San Diego.

   VISTA SATÉLITE DEL RECORRIDO

   MAPA TOPOGRÁFICO

    PERFIL DE ALTURA

  El pequeño grupo después de la comida en el restaurante "La Raspita", de izquierda a derecha: Miguel Alonso, Toñi Torrecilla, Miguel Ángel Pernas y Manuel Muñoz.

GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: Miguel Alonso)

miércoles, 2 de julio de 2014

Semana de senderismo en la Selva Negra, Alemania



MIÉRCOLES DÍA 2 DE JULIO

Viaje a Selva Negra, Alemania y primer 
día en Zell am Harmesbach

   Grupo de participantes del club LOS PINSAPOS en la semana de senderismo en la Selva Negra: de izquierda a derecha, agachados: Francisco González, Isabel Naranjo, Juan, Puri Ruedas y Violeta Montequín. Segunda fila: Ana Ortiz, Ignacio Pérez de Vargas, Juan Alberto Espinosa, Marisa Salgado, Luisa Cañizo, Lucía Álvarez, Lola Criado, Francisco Quirós, Francisca Del Río, Pilar Cañizo, Gloria Sanz y Juan de Dios Cabezas. Tercera fila: Ana Fernández (guía de Alventus), Isabel López, Miguel Alonso, Jesús González, José Antonio Quirós, Marisa Dávila, Martine Colombu, María Fernández, Margaret O'Connor, María Ruiz, Pepe García de la Nava, Ini Leytens (guía de Alventus) y Junghans Setjo. No salen en la foto: Chelo Alonso, Pilar Arangüena, Sean Fornells, Domingo Molina y Carmen París.


CRÓNICA: MIGUEL ALONSO

Nuestra estancia en Alemania transcurrió desde el miércoles día 2 de julio hasta el miércoles día 9, estancia que dedicamos a realizar varias rutas de senderismo por la Selva Negra y visitas turísticas a algunas ciudades emblemáticas de la zona y de la Alsacia francesa. Con esta semana continuamos con el precedente del año pasado, que viajamos a Irlanda, y que pensamos establecer cada año efectuando salidas, tanto por nuestro territorio nacional como por el extranjero.

Desplazamiento al aeropuerto de Málaga.
De Estepona partimos a las 10 de la mañana del miércoles día 2 de julio una parte del grupo (21 socios) en un autobús de la empresa esteponera Domínguez, contratado para desplazarnos al Aeropuerto de Málaga-Costa del Sol, donde habíamos quedado citados en el mostrador de las líneas aéreas Airberlin.

Camino de Málaga hicimos varias paradas para recoger a Margaret y su hijo Sean en la parada de Laguna Village, junto al río Padrón; a Violeta más adelante, en la parada de autobuses de Guadalmina Baja; a la entrada de Marbella, en la parada de Puerto Romano, recogimos a Martine y a la altura del Pirulí, en Opencor, a María. A Isabel la recogimos en el centro, en la parada de Ricardo Soriano, 29. El resto del trayecto no se nos hizo largo pues todos íbamos con la ilusión del viaje que comenzaba.

Al aeropuerto llegamos pasadas las once de la mañana. En los monitores del aeropuerto anunciaban el vuelo AB 2539 de Airberlin hacia Stuttgart, teniendo que presentarnos en la Terminal 3, puertas 353 o 354. Allí nos fuimos reuniendo los compañeros que veníamos de Estepona, Madrid, Granada, Málaga y Motril, conformando un grupo de 33 socios de Los Pinsapos más, Ana Fernández, la guía de Viajes Alventus, que nos acompañaría en el viaje y en las excursiones que realizaríamos durante nuestra estancia en la Selva Negra.

A la hora establecida (13:00 h) comenzamos a acreditarnos en el puesto de Airberlin, obteniendo el billete de embarque a la vez que facturábamos el equipaje. Una vez pasado el control policial, con cacheo incluido, nos repartimos en los restaurantes para, mientras esperábamos la hora del vuelo, tomarnos algún alimento en charla con los compañeros impacientes por arrancar ya.

El avión despegó a las 15 horas y fue tomando altura mientras íbamos dejando atrás un paisaje de sierras que conocíamos por nuestras rutas y blancas nubes que quedaban más abajo impidiéndonos la visión. Por delante teníamos que cubrir una distancia de 1.741 kilómetros hasta nuestro destino, creo que volamos a nueve o diez mil metros de altitud, en un vuelo de dos hora y 40 minutos de duración, que transcurrió sin más novedad hasta llegar al aeropuerto de Stuttgart (17:35 h), donde nos esperaba Ini Leytens, otra guía de la agencia Alventus que nos acompañaría junto con Ana en todos los desplazamientos y rutas y Franz, el conductor alemán del autobús.

Una vez que recogimos nuestros equipajes, emprendimos (18:27 h) un recorrido por carretera hacia el pueblecito de Zell am Harmersbach, en el estado de Baden-Wurtemberg, llegando (20:43 h) al Hotel Sonne (sol en alemán), alojamiento donde nos albergaríamos los seis días y las siete noches en tan maravilloso lugar.

Hotel donde nos alojamos
Un agradable alojamiento de tres estrellas dirigido por la familia Beck, con cómodas habitaciones, restaurante, sala de estar y terraza, situado en un agradable y tradicional pueblo de la Selva Negra rodeado de bosques.

El hotel responde a la cuidada atención hostelera tradicional en esta zona, los típicos Gasthof (hoteles con encanto). Desde 1824 y de generación en generación, la familia Beck atiende a sus huéspedes. Fue renovado en el año 2013 por lo que disfrutamos de unas espléndidas y modernas instalaciones.

Ya en el hotel, nos distribuimos en las habitaciones y después de asearnos, nos bajamos al comedor a cenar. Allí se cena muy pronto, en horario europeo y nosotros, por el viaje, llegábamos justos a la hora que tienen por costumbre ellos. Tras la cena, salimos a darnos una vueltecita para tomar el primer contacto con el pueblo, regresando un poco más tarde al hotel ya que al día siguiente haríamos la primera ruta, una circular de 15,7 kilómetros desde nuestro alojamiento por el Parque Natural de Selva Negra, atravesando los frondosos bosques que pueblan el valle de Kinzigtal, hasta Nillhöfe a 561 metros, donde haremos una paradita para tomar un refrigerio y disfrutar de las vistas del valle, continuando luego de regreso hasta llegar a Zell.

El pueblecito Zell am Harmersbach
Es además un bonito pueblo, típico de la región, rodeado de bosques. Cuenta con una animada vida disponiendo de un pequeño comercio y panaderías, dos centros comerciales, restaurantes y pubs donde encontramos las típicas jarras de cerveza alemana y exquisitas tartas de frutos del bosque.

La Selva Negra
En alemán Die Schwarzwald, es un lugar de bosques interminables y pequeños pueblos con un encanto especial. Está enclavada al sur de Alemania, entre Francia, Suiza, y Austria, es una región de paisajes indescriptibles, montañas de leyenda y dilatada historia.

Se encuentra situada en el enclave de caminos más importante de la Europa Central, donde se dan la mano enormes extensiones de bosque, preciosos lagos y poblaciones históricas.

La Selva Negra está bordeada, en su parte occidental, por el Valle del Rin, valle que concentra algunas de las más bellas ciudades de Europa objeto de nuestra visita, repartidas entre Alemania y la Alsacia francesa. Un variado paisaje de montañas y suaves cumbres sobresale por encima de los tupidos bosques y una amplia red de senderos atraviesan algunos de los más hermosos rincones de la Europa Central.

En la región hay más de tres mil kilómetros de caminos e históricos senderos que durante nuestra estancia tuvimos la oportunidad de recorrer, ascender cumbres de hermosas panorámicas como el Feldberg. La región esconde algunas de las mejores perlas de la arquitectura centroeuropea como Friburgo; la vecina región de Alsacia, de rica tradición cervecera; Estrasburgo, una de las capitales de Europa; el pueblo medieval de Obernai y las redondeadas y verdes cumbres de Los Vosgos.

GALERÍA FOTOGRÁFICA





JUEVES DÍA 3 DE JULIO
Circular por el valle de Kinzigtal




   Grupo de participantes en la ruta por el Valle de Kinzigtal en la Selva Negra: de izquierda a derecha, agachados: José María García, Miguel Alonso, Juan y Juan Alberto Espinosa. Primera fila de pie: Ignacio Pérez de Vargas, Luisa Cañizo Francisca del Río, María Ruiz, Isabel López, Lola Criado, Purificación Ruedas, Martine Colombu, Juan de Dios Cabezas, Ana Ortiz, Marisa Salgado, Lucía Álvarez de Sotomayor, Gloria Sanz, María Fernández, Pilar Cañizo y las guías Ini Leytens y Ana Fernández. Segunda fila: Pilar Arangüena, Carmen París, José Antonio Quirós, Consuelo Alonso, Marisa Dávila, Domingo Molina, Francisco Quirós, Isabel Naranjo, Jesús Gómez, Margaret O'Connor, Sean Fornells, Junghans Setjo, Francisco González y Peter Puhr. No sale en la foto Violeta Montequín.
 



CRÓNICA: PURIFICACIÓN RUEDAS


La primera ruta por la Selva Negra despertaba en todos nosotros la inmensa curiosidad por conocer los paisajes de una zona mítica, por la belleza de sus bosques y de sus paisajes.

La Selva Negra es el mayor territorio forestal continuo de Alemania, dos tercios de sus seis mil kilómetros cuadrados son bosques de abetos, píceas y pinos. Se extiende ciento cincuenta kilómetros de norte a sur y una media de cincuenta kilómetros de oeste a este.

La historia del paisaje cultural de la Selva Negra comenzó hace mucho tiempo, de hecho su nombre en alemán significa literalmente Selva Negra. Los romanos llamaron Silva Negra a la impenetrable y gigantesca selva virgen que cubría los montes cuando colonizaron las planicies del Rin y sus valles.

En el programa, estaba anunciada como una ruta fácil, para “estirar las piernas", sin embargo, antes de la salida, nuestra guía nos informó que se trataba de una ruta de características similares a las previstas para los días siguientes, por tanto, nos anunció que invertiríamos entre seis y siete horas en su recorrido.

Tomamos nuestro primer desayuno en el Hotel Sonne, fantástico en cuanto a la variedad y a la calidad de los productos ofrecidos en el buffet.

El día amaneció soleado, con algunas nubes en el horizonte, la temperatura oscilaba entre quince a vente grados, por tanto, condiciones ideales para disfrutar un buen día de senderismo.

Iniciamos la ruta a las 9:30 horas en el casco antiguo del pueblo Zellam Harmersbach, donde estaba ubicado el Hotel Sonne, en el que estábamos alojados. Una vez superadas las últimas casas, iniciamos una subida suave por el interior del bosque de árboles que superaban los cincuenta metros de altura, lo que nos permitía hacer nuestro recorrido a la sombra del tupido y denso bosque, así, de inmediato, descubrimos el paisaje que nos acompañaría durante nuestra estancia en la Selva Negra.

Los senderos estaban señalizados y conservados en perfectas condiciones, para evitar despistes; en cada cruce, nuestra guía nos reagrupaba antes de reiniciar la marcha.

Nos llamó la atención los prados cultivados, que en esta época del año, estaban teñidos de colores entre verde y amarillo, indicando el grado de maduración de los cereales plantados, pendientes de siega. Los prados formaban piezas geométricas perfectamente delimitadas por los densos bosques que los rodeaban. El contraste entre prados y bosques ponía de manifiesto el equilibrio entre la agricultura y la conservación de la naturaleza, dando la impresión que los prados realzaban aún más la belleza de los densos bosques.

En el recorrido, nos encontramos con un monumento esculpido en piedra, así como una cruz de piedra, en homenaje a los soldados muertos en la guerra mundial.

Pronto descubrimos que junto al sendero existían plantas salvajes con moras, fresas y frambuesas, que ya estaban maduras y, por tanto, en perfectas condiciones para disfrutar de su sabores naturales.

La conservación y mantenimiento del bosque se puede calificar de impecable, en algunos tramos encontramos troncos de árboles cortados y preparados para su transporte.

Las pintorescas granjas rurales diseminadas en los prados realzaban la belleza del paisaje.

A las 13:30 horas llegamos a Fischerbach-Nilhöffe, y tal como habíamos previsto en la salida, en lugar de tomar el preceptivo bocata, nos sentamos en un precioso patio del restaurante rural, para degustar la comida típica del lugar, y por supuesto, probar la cerveza alemana.

Invertimos algo más de tiempo de lo previsto en la comida, así que a las 15:30 horas nos pusimos en marcha de nuevo para regresar por la senda conocida como Hornweg hasta nuestro hotel.

En el último tramo de la ruta, sentimos el efecto del calor y posiblemente de la magnífica comida, que habíamos disfrutado unas horas antes.

Entramos en Zell am Harmersbach, por el lado opuesto al que se encontraba el hotel, así que para terminar tuvimos la oportunidad de visitar el casco antiguo, que se caracteriza por callejuelas y rincones pintorescos. Tuvimos la oportunidad de ver los vestigios de las antiguas fortificaciones de la ciudad, la Torre del Ciervo y el campanario, y por último, la Fuente de los Locos, cerca del hotel.

Creo que todos disfrutamos de un espléndido día de senderismo y que la ruta respondió a las expectativas que se había despertado en todos nosotros, cuando decidimos organizar el viaje a la Selva Negra.


DATOS TÉCNICOS

Distancia: 15.7 kilómetros.

Altitud de Nillhof: 656 metros.

Desnivel de subida: 406 metros.

Desnivel acumulado: 434 metros.

Duración: 7 horas incluyendo paradas.

Nivel: bajo

Tipo de ruta: Circular desde el Hotel Sonne y regreso al hotel.

Comida en: Nillhöfe.

GALERÍA FOTOGRÁFICA





VIERNES DÍA 4 DE JULIO
Recorrido por el monte Feldberg y 
los lagos Feldsee y Titisse



   Grupo de participantes en el recorrido por el monte Felberg y los lagos Feldsee y Titisse: de izquierda a derecha, primera fila: Isabel Naranjo, Junghans Setjo, Juan, José María García, Francisco González, Jesús González, Lola Criado, Ana Ortiz, Ignacio Pérez de Vargas, Margaret O'Connor, y la guía Ana Fernández. Segunda Fila: Peter Puhr, Miguel Alonso, Sean Fornells, la guía Ini Leytens, Juan de Dios Cabezas, Isabel López, José Antonio Quirós, Francisco Quirós, Francisca del Río, Martine Colombu y Luisa Cañizo.

CRÓNICA: IGNACIO PÉREZ DE VARGAS

Una vez tomado el desayuno, salimos del hotel en autobús a las 8:30 horas con destino a la falda del monte Felberg de 1.494 metros de altitud, el monte más alto de la Selva Negra.

El monte Felberg
El autobús nos dejó en el aparcamiento de la zona comercial de la estación de esquí, a partir de ese punto ascendimos por un sendero hasta la cumbre del Feldberg, disfrutando de maravillosas vistas sobre los valles que rodean el monte, a lo lejos, en el horizonte, podíamos ver los Alpes y, con algo de imaginación, el Mont Blanc.
En la cumbre, encontramos el monumento a Bismarck, construido con bloques de granito en 1896, así como una torre de comunicaciones. Permanecimos un rato en la cumbre disfrutando de las vistas y haciendo las correspondientes fotos.
El lago Feldsee
Iniciamos un descenso pronunciado en dirección a un lago glaciar denominado Feldsee. El primer tramo de bajada hasta la zona comercial de la estación de esquí lo hicimos por la vertiente opuesta a la subida, las características eran similares, escasa vegetación y vistas preciosas al valle hacia el que nos dirigíamos.
A partir de la estación de esquí, en la que descansamos un rato, el paisaje cambió por completo, entramos en un denso bosque por estrechos senderos zigzagueantes, para facilitar el descenso, que en algunos puntos nos permitía ver las primeras imágenes del lago glaciar Feldsee, al fondo del valle.
Hace dos o tres millones de años, los montes de la Selva Negra estaban cubiertos por una espesa capa de hielo que ensanchó los valles e hicieron subir las pendientes, causando profundas depresiones. La última era glacial acabó hace diez mil años, aunque sus huellas siguen siendo visibles. Uno de los legados más vistosos son los lagos glaciares que nacieron en las depresiones formadas. Así nació un lago de cráter como el Feldsee, al pie del Feldberg.
En el descenso al lago, el bosque y la vegetación, en especial, los helechos, cada vez eran más densos, y por tanto, el color verde cada vez más intenso, de forma que nos sumergíamos progresivamente en la profundidad del valle, a la que apenas llegaba la luz del sol atravesando la tupida red de árboles con altura superior a los cincuenta metros.
Así llegamos al lago Feldsee, relativamente pequeño, de forma circular, en el fondo del valle, con todas las laderas cubiertas de bosques y espesa vegetación, que se reflejaban en la superficie del agua, limpia y transparente.
Nos sentamos en la orilla del lago a tomar el correspondiente bocata, durante el tiempo que permanecimos sentados, pudimos observar como el agua del lago iba cambiando de color, en función del reflejo de la luz del sol, tamizada por  el movimiento de las nubes.
Estábamos ante uno de esos paisajes que permanecerán con nosotros en nuestras mentes y en nuestros corazones para siempre. Hubiésemos permanecido sentados disfrutando de la imagen del lago el resto del día, pero debíamos volver al punto de encuentro con el autobús, para trasladarnos al lago Titisee.
Iniciamos el ascenso pronunciado por otro sendero hasta alcanzar una cota, a partir de la cual, el sendero se hacía bastante más fácil. El bosque nos seguía acompañando en nuestro recorrido, de forma que terminamos identificados con aquellos árboles estilizados, que parecían alcanzar el cielo con sus copas.
Una vez llegamos al punto de encuentro, el recorrido hasta el lago Titisee lo hicimos en autobús.

El lago Titisee
Es el mayor lago natural de la Selva Negra, que se originó a partir de una morrena en la punta de un glaciar del Feldberg.
Una bonita leyenda cuenta que el lago Titisee debe su nombre al general romano Titus, que se quedó tan entusiasmado con la belleza de este lago natural, que le dio su nombre. Hoy, este lago es una estación climática de montaña, que cuenta con muchos hoteles, restaurantes, cafeterías y locales comerciales. Por ello, aprovechamos para pasear por la única calle comercial, para tomar alguna bebida, y a su vez, para hacer alguna compra, por ejemplo, algún reloj de cuco.
A las 18:30 horas volvimos al autobús, para regresar al hotel, después de haber tenido el privilegio de disfrutar de lugares llenos de magia y encanto, que siempre llevaremos con nosotros en el recuerdo.

DATOS TÉCNICOS
Distancia: 17 kilómetros.
Desnivel de subida: 208 metros.
Desnivel de bajada: 600 metros.
Duración: 5:30 horas, incluyendo paradas.
Nivel: Bajo
Tipo de ruta: Itinerante con inicio en Hause der Natur (Casa de la Naturaleza) y finalización en Hinterzarten.
Altitudes:
- Hause der Natur: 1.285 metros. Inicio Trek.
- Felberg: 1.493 metros.
- Lago Feldsee: 1.109 metros. Diámetro: 300 metros y 33 de profundidad.
- Hinterzarten: 893 metros.
- Lago Titisee: 846 metros.
Comida: en la Laguna Feldsee.

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SÁBADO DÍA 5 DE JULIO
Visita a Friburgo, capital de la Selva Negra

   Parte del grupo de participantes en la visita a Friburgo: de izquierda a derecha, Pilar Cañizo, Francisca del Río, Marisa Dávila, Jesús González, Isabel Naranjo, Ana Ortiz, José Antonio Quirós, Martine Colombu, Violeta Montequín, Francisco Quirós, la guía Ana Fernández, Margaret O'Connor, Loka Criado, la guía Ini Leytens, Sean Fornells, detrás en un grupito; Varmen París, Consuelo Alonso y Domingo Molina. En el grupo de la derecha: María Ruiz, Lucía Álvarez de Sotomayor, Ignacio Pérez de Vargas, Francisco González y Purificación Ruedas.


CRÓNICA: ISABEL NARANJO y JESÚS GONZÁLEZ


Este día salimos del hotel Sonne de Zell (9:30 h) en el autobús con dirección a Friburgo, ciudad en la que discurriría una jornada de turismo, dedicada a conocer la capital de la Selva Negra, interesante ciudad que fue destruida en la Segunda Guerra Mundial y supo renacer de sus cenizas.

La noche anterior vino nuestra compañera Ilse Bullerdiek, que pasa los veranos con su marido en el norte de su país y que tenía proyectado pasar con nosotros estos días, no pudiéndolo hacer debido a la grave enfermedad que padece su esposo Klaus. No nos pudo acompañar en el autobús debido a dificultades burocráticas, ya que no pudo concretar con la agencia el día de su incorporación. Una pena y cierta tristeza que apreciamos algunos en el rostro de nuestra compañera.

Al llegar a la ciudad, paramos (11:00 h) en un aparcamiento de la plaza Karlsplatz, en el centro de la ciudad, donde quedó aparcado el autobús. Posteriormente nos dirigimos andando hacia el Ayuntamiento, donde se encontraba la oficina de turismo, para que nuestra guía, Ana, recogiera varios folletos y mapas de la ciudad y los repartiera entre nosotros con el fin de que hicieramos la visita. Así mismo, nos dio una serie de instrucciones y consejos con el fin de que pudiéramos tener motivo suficiente para disfrutar de un día realmente inolvidable, como así fue.

Friburgo se ubica en el suroeste del país, al este del río Rin, siendo la cuarta ciudad más meridional de Alemania y la más grande de Baden-Wurtemberg, uno de los dieciséis estados federados de la república, llamados Bundesländer, en plural Länder. Por número de habitantes, se encuentra tras Stuttgart, Mannheim y Karlsruhe, con alrededor de 220.000 habitantes. El casco antiguo junto a la catedral con los famosos Bächle (pequeños canales de agua que atraviesan la ciudad) eran motivo suficiente para nuestra visita.

La ciudad se considera una puerta de entrada a la Selva Negra (Schwarzwald, en alemán) y se la conoce por su clima templado y soleado. Destaca por su carácter universitario y es considerada como capital de la ecología en este país.

Antes de distribuimos en grupos, comenzamos la visita dirigidos por Ana: en primer lugar, la iglesia-convento de los padres franciscanos, que data del año 1300; la fachada de la casa donde vivió Erasmode Rotterdam, con su espléndido voladizo de estilo gótico tardío; la plaza de la catedral, centro neurálgico de la ciudad y la visita a la imponente Catedral de Friburgo de Brisgovia.

Daba la casualidad que este día había un concierto de órgano en la catedral (entrada gratuita) a cargo de Daniela Timokhine (profesora de órgano en el conservatorio de la Universidad de Zurich). Interpretó 4 piezas de: César Frank, Johan S. Bach, Theodoré Salomé y Charles Marie-Widor. Como no podía ser de otra forma, muchos de nosotros decidimos quedarnos en la catedral a escuchar un magnífico concierto, hasta que finalizaron las cuatro piezas.

Tuvimos la oportunidad de subir a la torre de la catedral y disfrutar, desde el campanario, de la vista de la ciudad y recorrer la plaza para contemplar su exterior, con sus características pérgolas, algunas irreverentes (un culo y dos monos haciendo “monadas”) y los singulares edificios del Almacén Histórico y el Palacio Arzobispal.

En los alrededores y en la plaza de la catedral, había instalado un colorido mercado ambulante donde los artesanos y agricultores vendían sus productos. Una bella estampa en color, animación y alegría, donde pudimos degustar las típicas salchichas y cervezas alemanas, fantástico y genuino manjar. Ya en este lugar, se dividió el grupo, decidiendo unos recorrer las calles y visitar las tiendas y otros subir en el funicular.

El funicular ascendía la montaña colindante a la ciudad (donde en su día estuvo la fortaleza y de la que quedan restos de la muralla) y terminaba en un restaurante-parador existente a media ladera. Desde allí se subía a pié hasta la cumbre (un desnivel de 150 metros), mediante un agradable sendero zigzagueante, rodeado de una preciosa vegetación en un bosque de arces, robles y hayas. En la cumbre había una torre metálica forrada de madera con una escalera de caracol de 175 escalones que llevaba hasta el punto más alto (no recomendado a personas con vértigo), desde el que se contemplaba una extraordinaria panorámica de la ciudad y los montes y valles circundantes. El descenso se realizaba por la ladera opuesta disfrutando de las vistas de la ciudad.

La comida la hicimos en restaurantes típicos de la ciudad, salvo los que subieron en el funicular, que comieron en un tenderete típico alemán a media altura de la montaña.

El recorrido por las calles de la ciudad tuvo el aliciente de contemplar los lugares típicos: la calle principal (Kaiser Joseph Strasse) llena de comercios, gran ambiente de compras y los famosos arriates (pequeños canales poco profundos que discurren a lo largo de las calles y por donde circula agua a cielo abierto); la Puerta Martin (Martin Stor), con su típico reloj en la fachada; el Barrio de los Caracoles; la Puerta de los Suabos y el Barrio de la Universidad, donde Ana nos aconsejó que era el sitio ideal para comer.

Finalmente se acercaba la hora de cita, para regresar, (18:30 h) en la plaza Karlsplatz, donde nos esperaba el autobús para volver a Zell. Durante el trayecto y por indicación de Ana, pudimos observar una característica raza vacuna mezcla de vaca y búfalo que se cría en la zona y que pastaban en un verde campo.
A Zell llegamos con tiempo de asearnos y cenar, para posteriormente salir a la noche a ver el partido del mundial de fútbol entre las selecciones de Holanda y Costa Rica en una plaza cercana al hotel donde habían dispuesto una gran pantalla y mesas de madera con bancos, donde se podía beber, por supuesto la cerveza, entre otras bebidas mientras se veía el partido. Finalizado este, regresamos al hotel para dormir y descansar, ya que al día siguiente teníamos una jornada interesante, un recorrido desde Löcherbergwasen, al que fuímos en autobús, para luego seguir andando hasta finalizar en Zell am Hamersbach, localidad donde teníamos el hotel de residencia.

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DOMINGO DÍA 6 DE JULIO
Ruta Hansjakobweg y visita a Oberhamersbach. "Märchen Dorf"



CRÓNICA: LOLA CRIADO

Una preciosa ruta, creo que una de las más bonitas de la Selva Negra, que discurría por el Valle de Nordrach, siguiendo los pasos de Henrich Hans Jacob (1835/1916), hijo de un panadero y profesor de Universidad. Pasó toda la vida en la enseñanza y llegó a ser el escritor más prolífico de su tiempo en Baden-Baden. Gran caminante en cuyo recuerdo, muchas rutas de esta zona están señalizadas con un sombrerito negro, atuendo usado por este famoso y querido personaje, que se retiró hasta su muerte en una típica granja de este valle, ahora convertida en museo.

Salimos de Zell am Hamersbach (9:35 h), nuestro pueblo, en el autobús que, como siempre, conducía Franz, hacia Löcherbergwasen para, desde este punto, comenzar el recorrido en un agradable llaneo y largo descenso por el Valle de Nordrach.

El sendero se adentraba (10:55 h), en el espesor de un bosque de enormes abetos, arces, castaños, robles, hayas, piceas, avellanos y acebos, alfombrados por una gran cantidad de grandes helechos. Me sorprendió ver un enorme acebo, el más grande que he visto nunca, y también alerces, estos últimos, según me contó la guía, no pierden la hoja y la madera es muy apreciada porque no se pudre. También vi un tipo de orquídea silvestre que no había visto nunca.

Otras veces, caminábamos por prados salpicados de flores silvestres que embellecían el entorno. En las zonas bajas, encontramos también impresionantes estancias; grandes casas de madera de bella arquitectura que le han dado fama a la región.

En nuestro recorrido nos sobrepasó (12:50 h) una jinete o amazona rubia montando un bello caballo marrón con las crines del cuello y la cola blancas, una bella estampa trotando por la verde pradera que nos dejó maravillados.

Los senderos, tanto los que discurrían por el bosque como los de los prados, me parecieron preciosos, con bancos situados para sentarse, en perfecto estado, nada de pintadas ni rayajos y siempre situados de manera que las vistas eran espectaculares.


Comimos bajo un enorme árbol que tenía un banco corrido a su alrededor con unas bellas vistas al valle (13:40 h). Tras un breve descanso, continuamos el camino descendiendo hasta encontrarnos con un roble de más de 250 años (15:15 h) y muy cerca, con una fuente de agua radioactiva de la que bebimos casi todos ya que, en un cartel cercano que nos tradujo Ana, se decía que las aguas tenían propiedades beneficiosas para la salud (?).


Desde la fuente ya se divisaba el pueblo de Oberharmersbach, que conocíamos un poco por el recorrido turístico que nos hizo el conductor del autobús, al pasar por la mañana y encontrarse con la carretera principal cortada, debido a las fiestas del pueblo, teniendo que desviarse y pasar por un extremo del pueblo.


Decidimos, una vez que llegamos a Zell tomar el tren de cercanías que nos acercó a Oberharmersbach en pocos minutos (15:50 h) y quedarnos en el pueblo a participar en las fiestas, con gran animación, y comprar y comer los productos típicos que vendían en los puestos. Al cabo de dos horas, más o menos, cogimos el tren de cercanías que, en un corto trayecto, nos acercó a nuestro pueblo.


Tras la ducha y un breve descanso, la cena en el comedor del hotel. Luego, unos salieron a darse un paseo por las calles del pueblo y otros a acostarse, y colorín colorado…

DATOS TÉCNICOS GPS
Distancia: 15,8 kilómetros
Ascenso total: 342 metros.
Descenso total: 771 metros.
Altitud máxima: 753 metros.
Altitud mínima: 225 metros.
Duración: 5 horas, incluyendo paradas.
Nivel: Bajo
Tipo de Ruta: itinerante, con inicio en Löcherbergwasen y finalización en Zell am Hamersbach.
Altitudes:
- Löcherbergwasen: 656 metros.
- Zell: 250 metros.

GALERÍA FOTOGRÁFICA




LUNES DÍA 7 DE JULIO
Visita a la abadía de St. Odile y recorrido por los Vosgos hasta la medieval Obernai en Francia


   El grupo de participantes en la visita a la abadía de St. Odile y recorrido por los Vosgos hasta Obernai en Francia, de izquierda a derecha, agachados: José María García, José Antonio Quirós, Juan de Dios Cabezas, Isabel Naranjo y Miguel Alonso. Segunda fila: Ignacio Pérez de Vargas, Purificación Ruedas, Lucía Álvarez de Sotomayor, Pilar Cañizo, María Ruiz, Consuelo Alonso, Luisa Cañizo, Marisa Salgado, Violeta Montequín. Margaret O'Connor, Marisa Dávila, Lola Criado, María Fernández, Gloria Sanz y Ana Ortiz. Fila del Fondo: la guía Ini Leytens, Francisco González, Isabel López, Pilar Arangüena, Sean Fornells, la guía Ana Fernández, Martine Colombu, Juan Alberto Espinosa, Domingo Molina, Carmen París, Jesús González, Francisco Quirós, Francisca del Río y Junghans Setjo.

CRÓNICA: ISABEL LÓPEZ

Salimos puntual en autobús desde el hotel (8:30 h), Ana Fernández, nuestra guía, nos recuerda que debemos llevar identificación porque hoy nos dirigimos a Alsacia, al otro lado del Rin, y auque hayan desaparecido los controles de frontera, en cualquier momento la gendarmería francesa puede requerir nuestra documentación.

La cordillera de los Vosgos discurre de forma paralela a la de la Selva Negra, se formaron ambas por la escisión en dos de un sistema montañoso anterior por la falla que forma la fosa renana, por donde discurre el Rin, que actualmente sirve de frontera entre Alemania y Francia, aunque la región de Alsacia ha sido objeto de continuos conflictos y disputas entre ambos países y ha cambiado sucesivamente  de soberanía, lo que se puede detectar en su arquitectura que combina las casas entramadas típicas de Alemania con las fachadas francesas de balcones de hierro o en su dialecto principal, el alsaciano, que es una mezcla de alemán y francés.


La excursión de hoy va a ser mixta: cultural y de senderos. Empezaremos visitando la Abadia de St Odile que se encuentra a 763 metros de altitud y desde allí haremos una ruta sencilla de unos 8 kilómetros por pistas y senderos, la mayoría de bajada, coincidiendo en algunos tramos con una calzada romana, con el Camino de Santiago o con una ruta de Hansjakob, hasta llegar a Ottrott, donde nos recogerá el autobús para llevarnos a Obernai, ciudad medieval muy bien conservada.

Hoy el día está húmedo y gris, el pronóstico es de lluvia débil, vamos preparados con nuestros chubasqueros, mochilas protegidas, dejando zapatos y muda seca en el autobús por si necesitamos cambiarnos a la vuelta. El cansancio acumulado va haciendo mella y aprovechamos para dar alguna cabezadita. (Foto 1).

Tras una hora y diez minutos llegamos a la abadía, los últimos kilómetros han transcurrido por una bella carretera de subida estrecha y sinuosa, bordeada de castaños, tilos, hayas, a medida que subimos aparecen pinos silvestres o de Flandes, que se caracterizan por las piñas pequeñas y las placas anaranjadas en su parte alta.

Abadia de St. Odile
Esta abadía es un centro de peregrinación (Foto 2) desde la Edad Media por personas afectadas de afecciones oculares y lugar de paso del Camino de Santiago. Ha sido reconstruida en varios periodos a partir de un primitivo convento fundado en el siglo VII por Santa Odilia, hija de los duques merovingios de Alsacia, que según la leyenda fue repudiada por su padre por nacer ciega y recobró la vista a los doce años tras ser bautizada.

Este conjunto monumental (Foto 3), se encuentra sobre una atalaya a 763 metros de altitud desde donde se divisa tanto la Selva Negra como los Vosgos. (Fotos 4, 5). Está formado por un hotel, dos restaurantes, una tienda, dos patios ajardinados con tres grandes tilos (uno de ellos hueco (Foto 6), cementerio merovingio y varias capillas: la principal de Notre Dame de L´Assomption, la de la tumba de Santa Odile (Foto 7), (donde precisamente ayer colocaron una reliquia de Juan Pablo II), la de los Ángeles (Foto 8), y la de las Lágrimas (Foto 9), exteriormente, por un sendero, se accede a la Fuente de las lágrimas donde los peregrinos se lavan los ojos buscando su sanación.


Recorrido por los Vosgos
Tras la visita a la Abadía, nos disponemos a iniciar la ruta senderista, bajamos por un sendero con escalones (Foto 10), nos vamos adentrando en el bosque y encontramos varias señalizaciones (Foto 11), tomamos la dirección hacia Elsberg por les chateaux dÓttrott, seguimos la señal roja-blanca-roja, caminamos entre hayas, abedules, pinos silvestres con un sotobosque de arándanos que empiezan a madurar (Foto 12), más adelante nos muestra Ana un árbol alto y desgarbado con ramas pendulares con unas finas y suaves acículas que salen de tres en tres, nos dice que es el alerce, (Foto 13) la única conífera europea que pierde las agujas en invierno y que es muy resistente al frío y al agua.

Observamos que estos bosques son muy distintos a los que vimos en Selva Negra, no solo por la rocas, que en este caso son grandes bloques horizontales (Foto 14), de conglomerados y arenisca roja, sino por los árboles, que allí estaban constituidos fundamentalmente por abetos muy altos y densos y algunas hayas, mientras que aquí predominan los árboles de hoja caduca que se presentan de forma irregular y espontánea, (Foto 15), con menor densidad, más descuidados, a menudo encontramos troncos y ramas partidas. (Fotos 16, 17)

En algunos claros encontramos unos restos de construcciones, que al consultarlo en Internet, se identifica con los vestigios del Muro pagano (mur païen) que rodea el monte de St Odile a lo largo de unos 10 kilometros (Foto 18) declarado monumento histórico de Francia en 1842 y cuyos orígenes son confusos, unos lo atribuyen al siglo II a. C. y otros a la edad de bronce, de todas formas esta zona esta rodeada de leyendas y un halo de misterio, en 1992 se estrelló un Airbus A320 falleciendo 87 personas.

Abandonamos este sendero y seguimos la señal triangular amarilla que nos lleva por el sendero de las maravillas (sentier des merveilles) y Ana nos advierte que vamos a tener sorpresas, que vamos a ver los animales del bosque, avanzamos el estrecho sendero en silencio para no espantarlos y entre gigantes bloques ortogonales de piedra de arenisca tapizadas por musgos y helechos, aparecen figuras de lechuzas, ciervos, jabalíes, ardillas, etcétera (Fotos 19, 20) esculpidas en los tocones de los árboles cortados, y que Alfred Baumgart un escultor ha modelado con ayuda de una motosierra.

Retomamos el sendero señalizado con la franja horizontal roja, blanca y roja, atravesando una zona de castaños donde se detecta la presencia de jabalíes por las marcas en los árboles caídos, la rebusca de castañas entre la hojarasca y las zonas fangosas. Llegamos a una cabaña (Foto 21) y tomamos el piscolabis en sus inmediaciones, seguimos bajando y en una de las curvas zigzageantes divisamos entre los árboles dos castillos que se encuentran en ruina: Lutzelbourg y Rathsamhausen que pertenecían a dos hermanos mal avenidos. (Foto 22).

Continuamos el sendero hasta llegar a la casa de campo (Foto 23) que se encuentra al pie de uno de los castillos, que dispone de un pequeño bar donde compraremos unas bebidas para acompañar nuestro almuerzo (Foto 24). Nos sentamos alrededor de una larga mesa para tomar los bocadillos acompañados por un hermoso pavo (Foto 25), cabras, gallinas y ocas que nos observan esperando alguna recompensa.

La ciudad medieval de Obernai
Ya solo queda media hora para llegar a Ottrott, (Fotos 26, 27) pueblecito pintoresco famoso por su vino tinto donde nos recogerá el autobús para llevarnos a Obernai que es una ciudad medieval alsaciana hermanada con otro pueblo similar en la zona alemana, Gengenbach. Perteneció al Imperio Romano Germánico, fue la residencia del Duque de Alsacia, padre de St.Odile, fue asediada durante la Guerra de los Treinta Años. Actualmente es una ciudad de unos 10.000 habitantes que se dedica a la industria agroalimentaria y sobre todo es un gran centro turístico que conserva gran parte de las casas tradicionales entramadas, (Fotos 28, 29), con restos de murallas, (Foto 30) una torre del siglo XIII, el antiguo mercado del trigo, ayuntamiento y la iglesia reconstruida en el siglo XIX sobre los restos de un santuario gótico destruido en 1867 (Foto 31). Es muy singular el pozo de los seis cubos de estilo renacentista que data de 1579 (Foto 32).

Tras un paseo por este hermoso pueblo, visita a tiendas y el cafelito, nos volvemos hacia el autobús, vemos la sinagoga y nos acercamos a la pastelería que nos recomendó Ana, nos ofrecen un pastelito de coco que degustamos con placer y atravesamos el arco de una de las puertas de la ciudad (18:20 h), no ha llovido, un día más ha funcionado el sol-amuleto de Ana.

DATOS TÉCNICOS
Distancia: 8,7 kilómetros
Altitud máxima: 767 metros
Altitud mínima: 304 metros
Desnivel bajada: 463 metros
Duración: 4 horas y 15 minutos
Dificultad: baja

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MARTES DÍA 8 DE JULIO
Visita a Estrasburgo en la Alsacia francesa


CRÓNICA: VIOLETA MONTEQUÍN

Después de un delicioso desayuno en el hotel fuimos a Estrasburgo, capital de Alsacia, solo a una hora del hotel es una ciudad con mucha historia. Disputada por franceses y germanos es un cruce de caminos principalmente fluviales. La parte antigua de la ciudad es una isla rodeada por el río Ill. También es la capital de Europa y aquí se encuentran importantes Instituciones Europeas: El Parlamento Europeo, el Consejo de Europa y el Palacio de los Derechos Humanos.


Estaba lloviznando y todo el grupo montamos en el “batorama”, una embarcación con techo y paredes transparentes para poder ver mas y mejor. Tenían instalados micrófonos que en once idiomas (cada uno cogía el suyo) iban explicando por donde se pasaba: La Pequeña Francia, El barrio Imperial, las Instituciones Europeas, varios puentes, las esclusas, etcétera. El viaje duró un poco mas de una hora y vimos la isla completa.


Desde aquí casi todos fuimos a visitar la Catedral (seguía lloviendo) que es altísima y tiene unas vidrieras preciosas. No dio mucho tiempo ya que a la 1:45 horas teníamos que estar todos en el restaurante; pagado con el dinero que la agencia Alventus no nos cobraba por cada dieciocho personas. El primer plato consistió en zanahoria, apio y col con vinagre, el consenso general fue que estaba bueno; de segundo tres variedades de salchichas alemanas y el típico chucrut que aquí se llama choucroute. Desafortunadamente, la versión vegetariana que escogieron seis personas eran patatas hervidas con salsa de yogur, incomible según ellos. De postre helado y café. Era el cumpleaños de Martine y le dimos una pequeña sorpresa cantándole el “cumpleaños feliz”. Después, ¡ale!, a la calle otra vez. Afortunadamente ya no llovía y cada uno se fue donde quiso; unos a callejear (como yo), otros a museos, catedral, compras, etcétera.

A las 18:00 horas volvimos al autocar, tres llegaron tarde pero no voy a dar nombres porque esto es una crónica amable. Nada más llegar al autocar empezó a diluviar así que tuvimos suerte. Durante el trayecto María demostró sus habilidades poliglotas enseñándonos frases en árabe, chino y japonés, por ejemplo: “pelo sucio” se dice en chino “chin cham pu”.


La cena hoy era a las 20.00 horas un poco antes porque el equipo alemán juega en el mundial. Cantamos de nuevo para Martine y esta vez la dieron una pequeña tarta. Repartimos propinas entre las camareras, guías y chofer y hubo agradecimientos también a los  dueños del hotel y las dos camisetas que regalamos entre todos a Rafa y a Miguel.


Después de la cena algunos nos fuimos a ver el partido: ver en directo cómo el equipo alemán le metía siete golazos a la selección brasileña. Creo que todos apoyábamos a la alemana, aunque solo fuera por estar allí.


Y Colorín colorado este día se ha acabado y mañana tenemos que estar en la puerta del hotel preparados y con la maleta a las 5:45 de la mañana para emprender el viaje de regreso a Málaga desde el aeropuerto de Stuttgart.



 
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MIÉRCOLES DÍA 9 DE JULIO
Desplazamiento en autobús a Stuttgart 
y regreso a Málaga


CRÓNICA: MIGUEL ALONSO

Se acabó nuestra estancia en La Selva Negra. Llegamos el miércoles día 2 de julio y el miércoles día 9 regresamos a España. Una maravillosa experiencia en esta parte de Alemania.


La Selva Negra nos deja recuerdos que no olvidaremos, bosques oscuros de abetos y verdes praderas, cascadas, granjas con tejados a cuatro aguas que llegan cerca del suelo, castillos llenos de historia, ciudades emblemáticas, iglesias, relojesde cuco, cerveza, tartas de cerezas…

Unos días espectaculares conducidos por las guías de Viajes Alventus, la agencia que nos programó el viaje: Ana Fernández y su compañera Ini Leytens, que nos hicieron pasar una estancia maravillosa visitando preciosos lugares y recorriendo bellas rutas: el valle de Kinzigtal, de frondosos bosques; el Feldberg, la montaña más alta que preside la zona (1.493 m) rodeada de enormes extensiones de bosque; Titisee, ensoñador pueblecito al borde del lago del mismo nombre; el descenso por el Valle de Nordrach por un sendero que se adentraba en un espeso bosque, entre enormes abetos y hayas..., donde vimos grandes y típicas casas de madera; el paseo por las estrechas calles del centro medieval de Friburgo, capital de la Selva Negra, con sus famosos arriates y la visita a la catedral y al Cerro-Fortaleza.

Otra magnífica jornada, combinando arte y naturaleza, metidos de lleno en Francia, al otro lado del Rin en la región de Alsacia, fue la visita a la Abadía de St.Odile y el posterior recorrido por los Vosgos, que nos llevaría a través de un bello valle y bosques hacia la ciudad de Obernai, fantástica ciudad medieval perfectamente conservada.

Inolvidable la visita a Estrasburgo, en el valle del Rin, sede de importantes instituciones europeas, recorriendo bajo una leve llovizna en el batorama, una embarcación con techo y paredes transparentes para poder ver más y mejor: la Pequeña Francia, El barrio Imperial, las Instituciones Europeas, varios puentes, las esclusas… y, finalmente a pie, la visita a la impresionante y altísima Catedral de Notre-Dame, imponente edificio de estilo gótico, con su estilizada aguja de 142 metros de altura y con unas bellas y grandes vidrieras. Luego la comida de todo el grupo en la brasserie À l’Ancienne Douane, situada en el edificio de la Antigua Aduana, cerca de la Catedral y de la Petite France.

Sí, al final quedarán los recuerdos: las atenciones de la familia Beck, que regenta el hotel Sonne donde nos alojamos y el de las camareras Jasmin y Micaela, siempre pendientes y serviciales; las excursiones y anécdotas que contar y el grato sabor de la convivencia entre los treinta y tres compañeros que nos convocamos en este viaje inolvidable.

Desplazamiento al aeropuerto de Stuttgar
La mañana del miércoles 9 de julio fue la del madrugón (5 de la mañana) ya que, teníamos que cubrir una distancia que nos separaba del hotel al Aeropuerto de Stuttgart, por una autopista con intenso tráfico y no podíamos exponernos a llegar tarde.

Después del desayuno, que amablemente prepararon a esas horas de la mañana, emprendimos el viaje hacia el aeropuerto de Stuttgard bajo una llovizna, al que llegamos sobre las 8:15 horas. Nuestro vuelo en Airberlin AB 2538, salió a las 11:38 hacia el Aeropuerto de Málaga donde tomamos tierra a las dos de la tarde. Después de recoger el equipaje, el grupo se volvió a separar emprendiendo cada uno el regreso a su destino: Madrid, Granada, Motril, Málaga y el grueso (21 personas) a Estepona donde llegamos pasadas las cuatro y media de la tarde.


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GALERÍA FOTOGRÁFICA



GALERÍA FOTOGRÁFICA GENERAL.
(Fotos: Johan Setjo, Ignacio Pérez de Vargas, José Antonio Quirós, Lola Criado, Isabel López y Miguel Alonso).