Desde Estepona salimos, ya desayunados, desplazándonos por la Autovía del Mediterráneo A-7 (antigua A-340) en sentido Cádiz-Algeciras, hace mos una breve parada en San Luís de Sabinillas para recoger a los compañeros Jurgen y Kiko y continuamos hasta un kilómetro antes de llegar al Mesón de Sancho, justo en el punto kilométrico 95, en plena bajada del Puerto de El Bujeo, donde cogemos un desvío a la derecha que nos lleva al Área Recreativa de El Bujeo, lugar donde comenzamos la ruta. Desde Estepona habremos recorrido 63,7 kilómetros en un tiempo aproximado de 55 minutos.
El tiempo está bastante mal, llueve y sopla un viento noroeste bastante frío. Miguel y Juan Manuel están allí esperándonos para saludarnos y entregarnos algunas gorras del club. Muchos compañeros no llevan chubasquero ni ropa de abrigo por lo que tras unos minutos de indecisión comenzamos a repartir lo que tenemos para hacer posible que continuen la ruta.
Pertechados lo mejor posible, comenzamos por la pista por un denso bosque de alcornoques centenarios, encinas, quejigos, laureles y alisos, con un suelo cubierto por un tupido manto de una extensa variedad de helechos, salpicado de pequeños manantiales de agua que surgen entre las rocas y arroyuelos fáciles de atravesar que discurren entre la vegetación.
Tras recorrer dos kilómetros por la pista, llegamos al cruce junto a unos cortijos y depósitos de agua. Continuamos en ascenso ya por un sendero que se adentra en el bosque y que hace que la marcha sea más fácil a no dar tanto el viento.
Ascendemos entre alcornoques y rododendros que comienzan a estar en flor por el márgen derecho de un arroyuelo. Superadas las primeras rampas nos deviamos a la derecha para ir ascendiendo hacia el Bosque de Niebla.
Alguna que otra parada para hacenos fotos con los impresionantes helechos que jalonan el sendero hasta que llegamos a un falso llano junto a una verja de ganado donde hacemos una parada para tomar algo de fruta y líquido.
Continuamos en dirección norte con un ligero ascenso hasta llegar al Bosque de Niebla. El paisaje es precioso, dada la humedad que reflejan los árboles y el suelo tapizado de un verde completo, sin apenas zonas de tierra, excepto el sendero por el que transitamos.
Debido al espesor del bosque y a la humedad que produce la sombra permanente en su interior, disfrutamos contemplando rododendros silvestres (azaleas), en plena floración, de tonalidades rojizas que dan un colorido excepcional al marco verde de los árboles del bosque, cuya sombra y humedad permiten su crecimiento.
El tiempo está bastante mal, llueve y sopla un viento noroeste bastante frío. Miguel y Juan Manuel están allí esperándonos para saludarnos y entregarnos algunas gorras del club. Muchos compañeros no llevan chubasquero ni ropa de abrigo por lo que tras unos minutos de indecisión comenzamos a repartir lo que tenemos para hacer posible que continuen la ruta.
Pertechados lo mejor posible, comenzamos por la pista por un denso bosque de alcornoques centenarios, encinas, quejigos, laureles y alisos, con un suelo cubierto por un tupido manto de una extensa variedad de helechos, salpicado de pequeños manantiales de agua que surgen entre las rocas y arroyuelos fáciles de atravesar que discurren entre la vegetación.
Tras recorrer dos kilómetros por la pista, llegamos al cruce junto a unos cortijos y depósitos de agua. Continuamos en ascenso ya por un sendero que se adentra en el bosque y que hace que la marcha sea más fácil a no dar tanto el viento.
Ascendemos entre alcornoques y rododendros que comienzan a estar en flor por el márgen derecho de un arroyuelo. Superadas las primeras rampas nos deviamos a la derecha para ir ascendiendo hacia el Bosque de Niebla.
Alguna que otra parada para hacenos fotos con los impresionantes helechos que jalonan el sendero hasta que llegamos a un falso llano junto a una verja de ganado donde hacemos una parada para tomar algo de fruta y líquido.
Continuamos en dirección norte con un ligero ascenso hasta llegar al Bosque de Niebla. El paisaje es precioso, dada la humedad que reflejan los árboles y el suelo tapizado de un verde completo, sin apenas zonas de tierra, excepto el sendero por el que transitamos.
Debido al espesor del bosque y a la humedad que produce la sombra permanente en su interior, disfrutamos contemplando rododendros silvestres (azaleas), en plena floración, de tonalidades rojizas que dan un colorido excepcional al marco verde de los árboles del bosque, cuya sombra y humedad permiten su crecimiento.
Avanzamos parando con frecuencia para disfrutar del paisaje que ofrece el bosque adornado del colorido de las flores de los rododendros, llegando a los Llanos del Juncal, donde el espesor del bosque disminuye, encontrándonos con ganado vacuno y caballos que pacen en los prados repletos de hierbas y florecillas de múltiples colores.
Tras salir del Bosque decidimos continuar la ruta prevista ya que la lluvia ha cesado y el día parece que comienza a abrir.
Salimos a la carretera que sube a las antenas y, tras recorrer unos metros, en una curva a la derecha hay un arcén donde varios compañeros deciden quedarse a comer, otro pequeño grupo decidímos continuar hasta las antenas. Al fin llegamos al pico situado en el Tajo de las Escobas, donde se encuentran unas torres metálicas con antenas para las comunicaciones, para disfrutar de unas extraordinarias vistas del Peñón de Gibraltar, la Bahía de Algeciras, las sierras aledañas y el Magreb (norte del continente africano) de fondo.
Tras salir del Bosque decidimos continuar la ruta prevista ya que la lluvia ha cesado y el día parece que comienza a abrir.
Salimos a la carretera que sube a las antenas y, tras recorrer unos metros, en una curva a la derecha hay un arcén donde varios compañeros deciden quedarse a comer, otro pequeño grupo decidímos continuar hasta las antenas. Al fin llegamos al pico situado en el Tajo de las Escobas, donde se encuentran unas torres metálicas con antenas para las comunicaciones, para disfrutar de unas extraordinarias vistas del Peñón de Gibraltar, la Bahía de Algeciras, las sierras aledañas y el Magreb (norte del continente africano) de fondo.
En nuestro ascenso, vemos curiosas moles de arenisca esculpidas por el viento y la lluvia y, a ambos lados del camino, unas preciosas flores dedaleras, que buscan refugio de los vientos entre abrigos rocosos.
Tras comer esperar a algunos compañeros que se han decidido a subir, reiniciamos el descenso para una vez agrupados volver por la pista un kilómetro aproximadamente hasta un cruce donde retomamos el sendero que transita por el bosque.
El descenso es rápido con algunas parada para hacernos fotos con los impresionates alcornoques y helechos, hasta que llegamos de nuevo a la pista de la mañana para tomar el sendero del río Guadalmesí, momento en el que algunos compañeros deciden continuar por la pista, hasta el Área Recreativa del Bujeo.
El grueso del grupo iniciamos el recorrido del río Guadalmesí. Abandonamos la pista y nos desviamos a la izquierda por un sendero que discurre cerca del cauce del río Guadalmesí, al que los árabes denominaban “río de las mujeres” y que nace en la cercana Sierra de la Luna. A lo largo del recorrido nos encontramos con la típica flora de la selva tropical: numerosas especies de helechos, alisos y quejigos entre bosques de alcornoques, acompañados por el susurro de fondo que producen las aguas de un limpio río sin contaminación.
Tras comer esperar a algunos compañeros que se han decidido a subir, reiniciamos el descenso para una vez agrupados volver por la pista un kilómetro aproximadamente hasta un cruce donde retomamos el sendero que transita por el bosque.
El descenso es rápido con algunas parada para hacernos fotos con los impresionates alcornoques y helechos, hasta que llegamos de nuevo a la pista de la mañana para tomar el sendero del río Guadalmesí, momento en el que algunos compañeros deciden continuar por la pista, hasta el Área Recreativa del Bujeo.
El grueso del grupo iniciamos el recorrido del río Guadalmesí. Abandonamos la pista y nos desviamos a la izquierda por un sendero que discurre cerca del cauce del río Guadalmesí, al que los árabes denominaban “río de las mujeres” y que nace en la cercana Sierra de la Luna. A lo largo del recorrido nos encontramos con la típica flora de la selva tropical: numerosas especies de helechos, alisos y quejigos entre bosques de alcornoques, acompañados por el susurro de fondo que producen las aguas de un limpio río sin contaminación.
Tras recorrer tres kilómetros, aproximadamente, el sendero nos acerca de nuevo, en subida, a la pista que tomamos al inicio.
Comienza a abrir el día definitivamente los que nos permite una impresionantes vistas del Estrecho de Gibraltar, Torre del Guadalmesí y costa africana.
Continuamos por la pista hasta llegar al área recreativa donde nos espera el autobús.
Volvemos hacia Estepona, donde llegamos a las 19.30 horas después de haber completado un día, que comenzo muy gris y que acaba con un sol espléndido y con la satisfacción de los compañeros, por poder disfrutar de un enclave único de nuestra entorno. Algunos llegamos cansados, pero con el convecimiento de que ha merecido la pena el esfuerzo realizado en compañía de todos.
VERSIÓN IMPRIMIBLE EN FORMATO PDF
VISTA DEL RECORRIDO DESDE EL SATÉLITE
MAPA TOPOGRÁFICO DEL RECORRIDO
PERFIL DE ALTURAS Y LONGITUD DEL RECORRIDO
(Fotos: Mª José Rivas, Rosa Cano, Elena Guerra, Lola Criado, José Luís Gil, Francisco Caldas, Enrique Castilla, Oscar Vidales y Rafael Rodríguez).
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