sábado, 13 de julio de 2019

Recorrido fluvial por la Acequia y Angosturas del río Guadalmina

CRÓNICA: MIGUEL ALONSO

De Estepona partimos pasadas las 9 de la mañana un grupo de cuatro compañeros hacia Benahavís por la Autovía del Mediterráneo A-7 en sentido Málaga. Al llegar al kilómetro 168,5 (salida a Benahavís), nos desviamos llegando a la rotonda donde se encuentra la gasolinera de Repsol, donde hicimos una parada ya que en este lugar nos reunimos con el resto de compañeros con los que formamos un grupo de diez.

Tras las salutaciones de rigor, continuamos (9.40h) por la segunda salida de la rotonda iniciando la carretera A-7175 que nos llevaría, antes llegar al pueblo de Benahavís, a los aparcamientos de la ermita de Nuestra Señora del Rosario, a la altura del kilómetro 5, para dejar los coches y comenzar el recorrido hacia el lugar de inicio del recorrido por la Acequia del Guadalmina.

Camino por el acerado junto a la carretera
Caminamos hacia el puente de madera por una pasarela peatonal con una barandilla de madera que nos separaba de la carretera, paralela a la carretera A-7175, que unía la ermita con el Charco de Las Mozas, teniendo a nuestra derecha, a unos 10 metros más abajo, el cauce del río Guadalmina.

Por la Acequia del Guadalmina
Una vez que llegamos al puente de madera, cerca del Mirador de las Tres Pérgolas, por el que cruzamos el río hasta la ladera opuesta a la carretera, comenzamos a caminar hacia el extremo del puente, iniciando el sendero en sentido noroeste (10.15h) que, en una corta subida por la ladera de la montaña, nos acercó a la acequia del Guadalmina, de más de un siglo de vida.

Nosotros seguimos por el tramo de la acequia que venía de nuestra izquierda y que discurría por una ladera paralela al cauce, unos 40 metros por encima del nivel del río. Desde el extremo del puente más próximo a la ladera, pasa una acequia que viene desde el pueblo y que lleva el agua para riego de los campos de golf cercanos a la costa.

Comenzamos un recorrido relajado, protegidos de los rayos solares por unos túneles de abundante y variada vegetación que flanqueaban la acequia. Íbamos disfrutando de una perspectiva diferente a la de las angosturas, que ahora recorríamos a media altura por la vertiente oriental, pasando por un pequeño acueducto que salvaba el arroyo del Coscojar y que usamos como puente (11.00 h). A nuestra izquierda, arriba, asomaba el cerro de Montemayor y al frente, cada vez más cerca, el pueblo de Benahavís.

Al fin llegamos a un punto donde dejamos la acequia para atravesar el cauce del río y tras trepar por unas rocas (11.25 h), alcanzar una carretera frente al Parque Torre Leonera, situado en la avenida de la Moraleda, un bello espacio, muy bien cuidado, con estanques y muchos árboles.

Continuamos por dicha avenida hasta llegar a una rotonda en la que en el centro había un simulacro de castillo rodeados de vegetación. Nosotros seguimos a la izquierda y en unos pasos nos acercó a la carretera de Benahavís. Desde este lugar bajamos unos metros de carretera por un acerado que nos condujo a las escalinata (11.35 h) por la que accedimos a la “Charca de las Mozas” de unos cinco metros de profundidad.

El río Guadalmina
De 28 kilómetros de longitud, este corto río nace en la Sierra Bermeja, en el término municipal de Igualeja, pero el agua permanente se encuentra más abajo, en el municipio de Benahavís, de donde surge por los acuíferos kársticos formando un bello paraje. Desemboca en el municipio de Marbella junto a San Pedro de Alcántara, sirviendo de separación entre los términos municipales de Estepona y Marbella. El río queda encajonado en un corto desfiladero, “Las Angosturas del río”, de unos dos kilómetros de longitud, originando diferentes charcas y pozas rodeadas de paredes rocosas al pie de espectaculares tajos.

Recorrido fluvial por la Angosturas del Guadalmina
A partir de este lugar, seis compañeros comenzaron el recorrido por el río, en el sentido de la corriente. Los otros cuatro decidimos hacer el recorrido por la pasarela para esperarlos al final de su recorrido acuático de las angosturas.
Los acompañamos hasta donde tuvieron el primer contacto con el agua bajando por una especie de tobogán formado por la erosión del agua sobre las rocas. Después de esta primera poza, continuaron por una zona del río muy pedregosa. Este tramo había que recorrerlo con cuidado ya que presentaba una cierta dificultad debida al verdín acumulado en las piedras que las hacían resbaladizas.

Las siguientes pozas se pasaron con el agua a la altura de la cintura. Poco a poco, se iban adaptando a la temperatura del agua, comprobando que los tramos más fáciles eran los que se hacían nadando o dejándose llevar por la corriente del agua.

Según se avanzaba, el río se iba encajonando, cada vez más, a través de las paredes rocosas que albergaban gran cantidad de plantas rupícolas, llegando a una estrecha garganta o cahorro, cuyas paredes se podían tocar con los brazos estirados. Las pozas empezaban a tener mayor profundidad, por lo que había que nadar entre las paredes verticales donde era difícil encontrar puntos de agarre. 

Como el recorrido era corto, no había prisa, así se iba disfrutando tranquilamente. Según se avanzaba, entramos en una zona donde casi no se veía el sol y la luz se colaba por las rendijas de la parte alta, entre las rocas, creando un bello espectáculo. A ambos lados, las rocas estaban cubiertas por unos pequeños helechos y musgos cuyo verde daba un fresco muy agradable.

Recorrido por los sifones
Esta era una de las zonas más interesantes del recorrido, una especie de túnel o cueva donde en épocas de lluvias se puede formar un sifón.

Durante varios metros de recorrido había que nadar por un pasillo entre las rocas, donde el agua tenía bastante profundidad y por ende más fría. Las paredes no ofrecían puntos donde agarrarse, era la zona conocida como el “Primer sifón”. Si mirábamos hacia arriba veíamos la formación de estalactitas.
Más adelante, llegamos a un tramo subterráneo, el llamado “Segundo sifón”, donde una cuerda permitía subir a una roca para desde ella saltar al agua.

Al fin, la luz del sol comenzó a colarse por las grietas de este túnel, tan espectacular, saliendo al final a una zona más abierta, donde de nuevo se veían los deslumbrante rayos solares, continuando por tramos de poca profundidad.
Al cabo de dos horas de recorrido se llegó a una pequeña presa, que hubo que bajar con mucha cuidado y en la que, tras las dificultades, Ana de hizo una herida en el codo derecho.

Todavía quedaba un tramo de pozas, de bastante profundidad, donde había que nadar unos diez minutos, llegando a la zona donde se abría el cauce y se acababan las angosturas, justo bajo el nuevo puente de madera.
Finalmente salieron del río (13.45 h) para alcanzar la carretera y, en unos minutos, llegar al aparcamiento donde los esperábamos el resto cerca de la ermita

Comida en la piscina municipal de Benahavís
Una vez en los coches nos desplazamos a la Piscina Municipal para comer. Previamente saciamos la sed con cerveza unos y tinto de verano otros. De primero Jesús y yo tomamos gazpacho y de segundo todos arroz a la paella.
Tras los cafés y un roto de charla, finalizamos una bella y relajante jornada, regresando posteriormente a nuestras casas bien pasadas las cuatro de la tarde.


                    VERSIÓN IMPRIMIBLE EN FORMATO JPEG
   Grupo de participantes en la ruta ante la ermita de Nuestra Señoradel Rosario de Benahavís. De iaquierda a derecha: Jesús Jiménez, Etelvina París, Ana Cruz, Antonio Martín, Joseph Evangelista, Verónica Gómez, Norman Mather, Raquel Vilchez y Pepe Durán. Hace la foto Miguel Alonso. 

GALERÍA FOTOGRÁFICA.
(Fotos: Miguel Alonso) 

https://photos.app.goo.gl/XDiLS6txPp57tDxC7
 

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