DATOS GENERALES
Coordinadora de Viajes Alventus en Sevilla: Ana Gallego, teléfonos 699 786 184 ó 954 210 062
Coordinadora de Los Pinsapos: Isabel López, teléfono 625 628 157.
Guía de Viajes Alventus: Antonio Benítez
Entorno: Isla de Madeira en el Oceano Atlántico.
Localidades: Funchal y Porto Moniz | Madeira.
Salida de Estepona: martes 5 de julio a las 7:30 del Bar Estadio, frente al campo de fútbol San Fernando de Estepona.
Punto de encuentro: 9:30 horas en el Aeropuerto de Málaga, Terminal T3 planta P1, mostrador facturación de Tap Portugal. El avión sale a las 11:30 horas con escala en Lisboa de 12:00 a 14:20 horas, llegando a Funchal a las 16:05.
Documentación imprescindible: Pasaporte o Documento Nacional de Identidad (DNI) requerido para el vuelo y Tarjeta Sanitaria Europea.
Equipo obligatorio para las excursiones: mochila, botas de montaña, bastones, chubasquero, pantalones largos, gorra, guantes, gafas de sol, silbato, agua, bocadillo y bebidas isotónicas.
Se recomienda: cámara fotográfica, prismáticos y teléfono móvil con sus cargadores correspondientes.
Equipo: maleta (a facturar) donde llevar útiles de aseo, ropa interior, pijama, bañador, zapatillas o calzado para descansar los pies después de las excursiones, camisetas, pantalones de reserva y los bastones para andar.
MARTES DÍA 5 DE JULIO
Viaje en avión desde Málaga a Funchal y traslado a Porto Moniz
CRÓNICA: ISABEL LÓPEZ
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: Isabel López) en elaboración.
A las 9:30 horas nos concentramos 19 personas frente al mostrador 354
de TAP (compañía aérea de Portugal) que nos llevaría a Funchal, Madeira, con una
escala previa en Lisboa.
El primer encuentro lo tuvimos al coincidir en el garaje SP, cerca del
aeropuerto, donde dejamos los coches que nos trajeron de Sotogrande, Estepona,
San Pedro de Alcántara, Marbella y Monda. Allí coincidimos con Juan de Dios y
su esposa Aurora, que venían de Motril; Paco y su mujer Lucía y nuestra futura
amiga Pilar, que los acercaron sus hijos al aeropuerto.
Muy pronto, Antonio Benítez, nuestro “gran guía” de Alventus,
conocería al grupo que le había tocado conducir durante nuestra estancia en
Madeira.
Tras la facturación y paso por el control de seguridad, embarcamos por
la puerta D49 y a las 11:30 horas. Partimos en un ATR 42-600, avión pequeñito con hélices.
Hora y media después llegamos a Lisboa, donde atrasamos nuestros
relojes una hora para adaptarlos a la hora local portuguesa. Nos quedaban aún
más de cuatro horas para tomar el avión que nos llevaría a Funchal, por lo que
tuvimos tiempo de almorzar y dar varias vueltas alrededor de la plaza donde convergían las tiendas y los
locales de restauración. La espera se nos hizo larga y para colmo debimos
aguardar 30 minutos más, ya que nuestro vuelo llevaba demora.
Llegada al aeropuerto de Funchal
Hora y media después de salir el avión, adivinamos desde el aire las
primeras siluetas de la isla, en este caso la Península de San Lorenzo, donde por
fin aterrizamos en el aeropuerto de Funchal (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Aeropuerto_de_Madeira),
considerado uno de los más peligrosos. Últimamente fue modificada y ampliada la
pista en un kilómetro gracias a la construcción de un viaducto sobre el mar. Los
pilares de la misma miden un total de 120 metros, 60 por encima y 60 por debajo
del nivel del mar. La autovía la cruza por debajo y hay zonas de aparcamiento,
ocio, jardines y pistas deportivas.
Tras recoger las maletas, salimos al exterior donde nos esperaba
Miguel, el conductor del microbús negro que nos acompañaría durante los siguientes
días. Una vez acomodados, Antonio, el guía, tomó el micrófono para presentarse
y hablarnos sobre el programa de los próximos días. Nos dijo que no quería dar
muchas explicaciones de la isla, que prefería que fuéramos tomando personalmente
las primeras impresiones.
Lo primero que nos llamó la atención fue el relieve y la composición
volcánica del terreno, el verdor; las pequeñas huertas escalonadas que a lo
largo de muchos años han logrado tallar y abancalar en las paredes verticales;
la constante presencia de agua por todos lados; las grandes obras de ingeniería
civil (canalizaciones, viaductos, túneles) para vencer las dificultades que
presenta la orografía.
Viaje hacia Porto Moniz
Tras atravesar muchos túneles, algunos bastante largos, llegamos a la
parte norte de la isla y, siguiendo la estrecha carretera costera, salpicada de
túneles a media altura del acantilado que se precipitaba sobre el mar, llegamos
a Porto Moniz, una de las ciudades más antiguas de la isla y que hasta finales
de los años cuarenta estaba bastante aislada, ya que se accedía sobre todo por
el mar.
Nos alojamos en el Hotel Moniz Sol, situado en un lugar precioso,
frente a las piscinas naturales y el Acuario. Tras el reparto de habitaciones,
nos apresuramos a darnos una duchita y cambiarnos de ropa para bajar a cenar,
no sin antes disfrutar de las preciosas vistas que nos ofrecían las terrazas de
nuestras habitaciones.
Cena y copa de bienvenida a Madeira
En la cena, nos ofrecieron una copa de vino de Madeira para darnos la
bienvenida y brindar por una feliz estancia en la isla y por el grupo Los
Pinsapos.
Ya sólo nos restaba el descanso para estar dispuestos a comenzar las
actividades programadas para los días venideros.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: Isabel López) en elaboración.
MIÉRCOLES DÍA 6 DE JULIO
Recorrido por Rabacal, cascada do Risco y Cascada 25 Fontes
CRÓNICA: MANUEL MUÑOZ
El paisaje era espectacular; vegetación por todos lados, con laderas cubiertas de musgos, plantas y flores. El sonido del agua ponía la música de fondo al lugar. La frondosa vegetación era tan tupída que llegaba a parecerse a una selva amazónica.
Grupo de participantes: de izquierda a derecha, de rodillas, Miguel, conductor del autobús, Pepe García, Salvador Guerrero y José María García de la Nava. En la segunda fila: Aurora Jiménez, María Martín, María de África Morilla, Lucía Álvarez de Sotomayor, María Ruiz y Pilar Millán. Tercera fila: Pilar Cañizo, Juan de Dios Cabezas, Manuel Muñoz, Inés Gil, Francisco Gonzalez, Marina Bruynnooghe, José María García de la Nava Ruiz, Luisa Cañizo, Isabel López y Francisco Vera. No sale Antonio Benitez, guía de Alventus, que hace la fotografía.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
Comienza nuestra semana de senderismo en la isla. Después del merecido
descanso, nos reponemos de energía en el desayuno-buffet del hotel y nos
citamos en la puerta del mismo a las 9 de la mañana. Nos esperaban Antonio el
guía del Al-Ventus y Miguel, el conductor local del autobús que durante la
semana nos llevarán y recogerán al principio y fin de cada ruta.
A la hora indicada y sin retraso, los 19 integrantes del grupo salimos
hacia la parte central de la isla. Tras Paúl da Serra, un páramo situado a
1.500 metros de altura, llegamos al cruce de Rabacal, donde comenzamos nuestra
primera ruta de senderismo en Madeira.
Era una ruta de 12 kilómetros y de fácil recorrido, la dificultad es
baja a la “Cascada do Risco” y media a “25 Fontes”, por lo que comenzamos por
un recorrido suave aunque de una belleza indescriptible, muestra de lo que
veremos en Madeira durante toda la semana. En resumen, un recorrido cómodo, de
unas 5 horas, por un camino de levadas, con un desnivel en ascenso de alrededor
de 320 metros, el mismo que haríamos al descenso.
La Cascada do Risco
La primera parte del recorrido discurría por un hermoso brezal que nos
llevó a la “Cascada do Risco", siguiendo la primera levada o acequia que
nos condujo a la misma y que no tenía apenas desnivel. Después descendimos por
otro sendero para visitar la “Cascada de las 25 Fuentes” que es la levada más
visitada de Madeira, adentrándonos en el bosque de “Laurisilva”, declarado
Patrimonio de la Humanidad Natural por la UNESCO en 1999. Este bosque de laurel
está considerado como una reliquia por ser muy abundante en épocas pasadas y
hoy estar prácticamente extinguido, es un bosque de gran belleza con continuas
cascadas, saltos de agua y con hermosas vistas.
El paisaje era espectacular; vegetación por todos lados, con laderas cubiertas de musgos, plantas y flores. El sonido del agua ponía la música de fondo al lugar. La frondosa vegetación era tan tupída que llegaba a parecerse a una selva amazónica.
Hicimos un alto en la espectacular “Cascada do Risco” para
hacer fotos, disfrutar del espectacular paisaje y tomar un bocadillo.
Continuamos por la senda enlazando con la “Levada de 25
Fontes”, también espectacular, con multitud de chorros y delicadas cascadas que
se desprendían cayendo hacia una laguna rodeada de helechos, laurisilva y
musgo, todo un mundo de verdes diferentes.
Los pinzones de Madeira
Un momento espectacular y único ocurrió cuando un grupo de
pinzones de Madeira se acercó al grupo, a muy corta distancia, comiendo pan
directamente de nuestras manos y ofreciéndonos un concierto de cantos y trinos
que será difícil olvidar.
Accidente sin consecuencias
En este trayecto, nuestra compañera María Martín, de
Monda, cayó al vacío al dar un mal paso, cayendo de cabeza a la espesura,
gracias a dios no le pasó absolutamente nada, ni un solo rasguño, el accidente fue
debido a la cantidad de grupos y senderistas que nos cruzaban continuamente y a
la estrechez del sendero. Le pudo haber ocurrido a cualquiera. Tras un breve
descanso, atravesamos el “Túnel del Jinete”, con una longitud de 800 metros, con
tramos muy angostos y techo bajo, por lo que tuvimos que hacer uso de linternas
y andar agachados esquivando al mismo tiempo los charcos de agua que cubrían el
suelo en algunos tramos.
Continuamos hasta el lugar donde nos esperaba nuestro
autobús, llegando a nuestro hotel a las 16:20 horas.
Un buen comienzo para nuestras vacaciones y un preludio
para lo que vendría en los dias sucesivos en esta maravillosa isla tropical.
Grupo de participantes: de izquierda a derecha, de rodillas, Miguel, conductor del autobús, Pepe García, Salvador Guerrero y José María García de la Nava. En la segunda fila: Aurora Jiménez, María Martín, María de África Morilla, Lucía Álvarez de Sotomayor, María Ruiz y Pilar Millán. Tercera fila: Pilar Cañizo, Juan de Dios Cabezas, Manuel Muñoz, Inés Gil, Francisco Gonzalez, Marina Bruynnooghe, José María García de la Nava Ruiz, Luisa Cañizo, Isabel López y Francisco Vera. No sale Antonio Benitez, guía de Alventus, que hace la fotografía.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
JUEVES DÍA 7 DE JULIO
Recorrido por las levadas de Portela y Ribeiro Frio
CRÓNICA: LUISA Y PILAR CAÑIZO
Longitud: 11 kilómetros
Dificultad: Media
Duración: 5 horas
Inicio de la ruta: Portela
Final de la ruta: Ribeiro Frio
Altitud mínima: 520 metros
Altitud máxima: 870 metros
Salida desde Porto Moniz a las
9 de la mañana en el autobús, que como cada día nos espera a la puerta del
hotel, que nos llevaría hasta en comienzo de la ruta, a una distancia de unos
60 kilómetros, recorrido en el autobús de aproximadamente 1:30 horas.
Al comenzar la ruta, nos encontramos con una subida de 1 kilómetro aproximadamente, con escalones
de tierra y troncos de eucalipto, por lo que,
no se hacía muy costoso subir.
Recorrido por un
bello entorno natural
Este recorrido es uno de los más bonitos de la isla de Madeira, donde
se puede descubrir su patrimonio natural. Nos sorprendió la diversidad de
árboles y plantas, así como la gran variedad de helechos, musgos… que nos
acompañarían durante todo el recorrido. Esta diversidad es
debida a la gran humedad que hay en la zona. A lo largo del camino nos
encontramos con maravillosas cascadas, que iban refrescándonos el camino. Los
rayos de sol atravesaban las gotas de agua que iban cayendo como un manto
iluminado, un maravilloso espectáculo que nos ofrecía la naturaleza.
Un bonito paseo, tranquilo y sereno que se va desarrollando al lado de
las levadas, esos canales que van transportando suavemente el agua de una parte
de la isla a la otra. En algunas zonas del recorrido, el paso era tan estrecho
que solo podía pasar una persona y en la parte de abajo pudimos apreciar un
gran desfiladero, por suerte, a lo largo de toda la ruta había barandillas que
nos daban seguridad al atravesar estos pasos tan estrechos. También nos
encontramos con túneles y algunas charcas naturales, donde nos pudimos bañar,
aunque el agua estaba un poco fría debido a la gran arboleda que había, como
eucaliptos, pinos, laureles, brezos…
De vez en cuando aparecía algún pinzón que se acercaban a nosotros,
sin ningún temor, por lo que se veía que estaban acostumbrados al paso
continuado de la gente. Las lagartijas eran también nuestras compañeras de
viaje, se encontraban por todas partes,
La piscifactoría de
Ribeiro Frio
A nuestra llegada a Ribeiro
Frio nos encontramos con su piscifactoría. Aquí se llega por la carretera que
une Funchal con Santana. Ribeiro Frio es un criadero de truchas estatal. Es
pequeña, varios estanques circulares y rectangulares con las truchas de
distinto tamaño. Lo destacable es el entorno en que se encuentra. Rodeado de
mucha vegetación frondosa y bien cuidada y con muchas flores, a cual más
vistosa.
Al finalizar nuestra ruta, nos refrescamos
con una buena cerveza en un bar tipico de la zona, un enclave maravilloso para
disfrutar de la naturaleza.
(Fotos: ) en elaboración.
VIERNES DÍA 8 DE JULIO
Subida a los picos do Areeiro y Ruivo y Achada do Teixeira
CRÓNICA: JOSÉ GARCÍA Y MARÍA MARTÍN
PERFIL DE LA RUTA
Longitud: 11,65 kilómetros
Recorrido: Lineal
Dificultad: Moderado-Difícil
Desnivel acumulado en
subida:
581 metros
Altitud Mínima: 1.538 metros
Altitud Máxima: 1.871 metros
Salimos del hotel ”Moniz Sol”, situado en Porto Moniz a las 8 de la
mañana en autobús, subiendo por sinuosas y vertiginosas carreteras y
atravesando diversos túneles para realizar una de las rutas de montaña más
emocionantes de Madeira.
Subida al pico do
Areeiro
El sendero comenzaba en el mismo aparcamiento de Pico Ariero situado a
1.818 metros de altitud, donde se encuentra situado un radar militar (según el
guía). Dejando el restaurante a la derecha, subimos hasta el punto geodésico
del pico. Unos 15 minutos más tarde llegamos al “Mirador do Minho da Manta”
(ratonero común de Madeira donde anidaba, supuestamente, esta ave rapaz), desde
donde pudimos contemplar espléndidas vistas sobre el Valle de la Ribeira da
Faja da Nogueira y gran parte de la Cordillera Montañosa Central.
Por un camino, asegurado por un cable metálico, bajamos hasta el Túnel
del Pico do Gato, de unos 50 metros de longitud y por lo general muy húmedo.
Después del túnel el camino se bifurcaba, tomando nosotros el camino
de la derecha, camino bastante empinado después del cartel “Fonte” hasta la
ladera este del Pico das Torres. Desde aquí descendimos hasta llegar a un
segundo túnel. A la salida de éste seguimos por la derecha.
Tras un ascenso encontramos el camino que subía desde Achada do
Teixeira y al cabo de unos minutos llegamos al refugio “Casa de Abrigo” del
Pico Ruivo, donde descansamos unos minutos. Después de este merecido descanso
emprendimos el ascenso hacia el Pico Ruivo (el más alto de la isla de Madeira)
situado a 1.862 metros sobre el nivel del mar, desde donde contemplamos unas
vistas maravillosas.
Regreso a Porto Moniz
Después de las fotos de rigor de grupo, descendimos al refugio. Allí
comimos y repusimos fuerzas para seguir el camino que nos llevaría a una
explanada dónde nos esperaba el autobús para regresar a Porto Moniz.
A lo largo de este corto trayecto (del refugio al aparcamiento), a
nuestra izquierda había situadas unas especies de chozas de piedra con
asientos a ambos lados para el descanso del caminante, que son pequeños
refugios.
En el camino de regreso paramos en el mirador, cerca de Santana,
desde donde contemplamos una vistas
maravillosas. Después de deleitarnos los sentidos con brisa maracuyá,
continuamos nuestro camino hasta llegar a nuestro punto de partida, el hotel
“Moniz Sol”, donde pudimos descansar y relajarnos en su spa hasta la hora de la cena en el restaurante de dicho hotel.
El entorno
Este sendero (como todos los que hay en Madeira), estába perfectamente
señalizado y acondicionado de 7 kilómetros de ida, que conecta los dos picos
más altos de Madeira. Es formidable e incluye túneles, algunos declives
acentuados y paisajes fabulosos del Macizo Montañoso Central, área integrante
de la Red Natura 2000. Este es el único lugar conocido en el mundo donde anida
el petrel de Madeira (Pterodroma madeira), especie endémica de la isla y
considerada la más amenazada ave marina de Europa.
A lo largo del sendero se encuentran varias cuevas excavadas en las
tobas volcánicas que servían de refugio a los pastores y al ganado. Así mismo,
podemos observar diversas aves entre las que destacan las especies restringidas
a Macaronesia, el canario (serinus canaria), el caminero de Madeira (Anthus
berthelottii madeirensis) y el vencejo unicolor (apus unicolor), así como otras
subespecies restringidas al archipiélago de Madeira, gorrión chillón (Petronia
petronia madeirensis), pinzón común (Fringilla coelebs madeirensis).
Esta área es conocida por tener brezal de altitud y se caracteriza por
la presencia de varios endemismos propios de Madeira, entre los que destacan la
violeta de flor amarilla (viola paradoxa), brezo de Madeira (Erica
madeirensis), orquídea de las rocas (Orchis scopolorum) y el trébol de Madeira
(Anthyllis lemanniana).
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
SÁBADO DÍA 9 DE JULIO
Ruta a Queimadas, Caldeiirao Verde y Illha
CRÓNICA: JOSÉ MARÍA GARCÍA DE LA NAVA RUIZ
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
Para empezar esta crónica quisiera hacer mención a un sentimiento
general a cerca de la experiencia madereira. Sin lugar a dudas se ha tratado de
un viaje a una isla atlántica de espectaculares paisajes y con una cultura
propia resultado de la adaptación de la civilización moderna a tan singular
orografía. De este modo hemos podido presenciar su poderosa naturaleza a través
de las rutas senderistas realizadas, visitando sitios mágicos como “25 fontes”,
caminando por la levada entre Portela y Ribeiro Frio con sus espectaculares
vistas, presenciando las crestas entre Pico Areeiro, Pico Ruivo y Achada do
Teixeira, y por último, visitando la Punta de San Lorenzo, que contrasta con el
resto de la frondosa isla con un paisaje de tipo semidesértico. En fin, una
gozada.
La ruta del día
Y no, no me olvido de la ruta de Queimadas, Caldeirao verde e Ilha.
Los avatares de la vida hicieron que la responsabilidad de dicha crónica hayan
recaído en mi
Ese sábado 9 de julio nos pusimos en marcha a las 9 de la mañana, en
la puerta de nuestro hotel de Porto Moniz, donde nos recogió el autobús que
conducía nuestro espléndido chofer, Miguel. De ahí partimos a la población de
Santana. Allí pudimos visitar las casas típicas de Madeira, docarias tradicionales,
con su tejado de brezo y todo muy bien adaptado para turistas como nosotros.
También tuvimos tiempo de recargar baterías con un café, algún dulce y unos
pocos con la Poncha tradicional y de Maracuya, que por cierto, están
buenísimas.
Quizá nos excedimos un poco en tiempo, ya que, si hubiéramos ahorrado
un poco, nos habríamos evitado lo que sucedió a continuación. Justo a la salida
de Santana nos cortó el paso la policía delante de nuestras mismísimas narices,
debido a un rally que se iba a realizar.
Nos quedamos un tanto atónitos y nos vimos obligados a improvisar. Es decir,
tratar de llegar a Queimadas, situado a unos 3 kilómetros, a pie. Pero claro,
como suele ser habitual en Madeira, la carretera resultó ser toda cuesta
arriba, con un calor que bien apretaba, tanto es así que no todos los
integrantes del grupo eran capaces de lograr dicha hazaña. Guarecidos a la
sombra de la vegetación a mitad de camino hasta Queimadas se nos ocurrió la
idea de pedir auxilio a los habitantes de una casa de campo junto a nuestro
refugio. Nos atendió una pareja a la que asaltamos en plena faena agrícola de
recogida de patatas. Josao, el buen hombre, accedió a subirnos en su camión, el
cual adecentó con un cepillo justo antes de subirnos. Qué simpático el buen hombre.
Ni más ni menos que 13 personas en tan diminuto vehículo. Más que turistas
parecíamos refugiados. En fin, este humilde señor salvó el magnífico paseo que
nos esperaba, y tanto es así que fue muy bien recompensado.
Así fue la forma en que empezamos el camino desde Queimadas con casi 2
horas de retraso, hecho que afectó a algunas decisiones posteriores.
En su primer tramo
pudimos disfrutar de una vegetación frondosa de bosque de laurisilva,
tratándose del bosque más parecido al original de toda la isla de Madeira,
según la información que pude hallar. Interesante fue hallar una gran
diversidad de briofitos, especies de musgo, como la hepática que es una especie
en peligro de extinción en la península ibérica. También había una gran
cantidad de helechos generalmente agrupados en los rincones sucesivos del
camino. Luego llegamos a la levada, la cual tenía unas vistas impresionantes.
Por momentos se elevaba a gran altura, siempre siguiendo una misma cota de
altura, y serpenteando según las exigencias de la línea de la escarpada
montaña.
Dado el retraso que llevábamos se tuvo que tomar la
decisión de separar el grupo en dos. El primer grupo, compuesto por 7 miembros,
tomarían el desvío a Ilha evitando los bajos túneles del camino que llevaban
hasta Caldeirao Verde y de ese modo ganando tiempo. Aquellos miembros de la
expedición que estaban más cansados tomaron esta opción. Mientras, el segundo
grupo, tomarían rumbo hasta Caldeirao Verde, para luego volver a la
intersección y continuar hasta Ilha. Continuaré por tanto mi crónica con este
segundo grupo, ya que me uní a este para llegar al Caldero Verde.
Sendero a
Caldeirao Verde
Así pues, continuamos el camino, tras dejar el cruce
atrás, y nos encontramos un primer túnel con techo muy bajito, tras un tramo de
camino al aire libre un segundo túnel, todavía más bajito donde había que andar
prácticamente en cuclillas. Algunos senderistas comprobaron la dureza del
techo, o según se mire, de sus cabezas. Luego un tercer túnel, y un cuarto muy
cortito, tras el cual nos encontramos un último tramo el cual era una levada
estrecha de vistas frondosas engarzada en una pared natural a gran altura, tal
cual que parecía suspendido en el misma cintura de la montaña. Y este
finalmente llegaba a un desvío a 100 metros de la famosa Caldera Verde, que
subía a la vera de un arroyo hasta tan espectacular enclave.
Allí se hallaba una poza de agua transparente que se
alimentaba de un altísimo caño de agua que caía desde casi 300 metros de
altura. La montaña se cerraba de tal modo alrededor de la charca que allí donde
se mirase daba la sensación de haber caído en el fondo de un pozo de
descomunales dimensiones. Toda la pared impregnada de vegetación le daban ese
color verde, y supongo yo que de ahí el nombre, Caldero Verde. Magnifico lugar
donde, sin lugar a dudas, todos disfrutamos del paisaje y también del merecido
descanso. Aprovechamos para tomar nuestro picnic,
mención especial a Juan de Dios y Paco que almorzaron su habitual tomatada. Y
ya que no lo pude resistir, me di un baño en las muy frías aguas del caldero.
Camino
señalizado con flechas de vegetales
Reiniciamos el camino a paso ligero pues se estaba
haciendo tarde. De vuelta al cruce hacia Ilha. Algún otro golpe en la cabeza en
los dichosos túneles. Luego, llegados al cruce proseguimos hacia Ilha,
abandonando la levada y esta vez en un trayecto de bajada de pendiente. Esta
parte del camino se definía por la cantidad de escalones que en él se hallaban
continuamente. Y así proseguíamos hasta encontrar una bifurcación, y lo peor de
todo, Antonio, el guía, se había ido con el primer grupo. Afortunadamente,
Antonio y el resto del primer grupo se acordaron de nosotros y nos pusieron una
flecha indicativa utilizando ramas y flores. Pero no fue la única, hubo una
segunda, una tercera, una cuarta y hasta una quinta flecha. Usando ramas,
piedras o cualquier cosa que encontrasen. Que útiles son esos cursos de boy scout, imposible perderse.
Y entre flecha y flecha estaba el camino que en ocasiones
se metía en la tierra como si de mismísimas trincheras se tratasen, en
ocasiones con el techo cubierto por la vegetación. Vaya camino variopinto y
fascinante. Así se sucedieron varios tramos hasta llegar al tramo final, cerca
de la población de Ilha, donde podíamos observar desde nuestra posición al
mismísimo océano a nuestra derecha y las montañas de madeira desde el océano y
crecientes hasta nuestra izquierda. Así fue como dejamos la naturaleza atrás y
nos adentramos en la zona agrícola de Ilha. Agricultura aterrazada singular de
la isla y algunas casetas de madera utilizados para guarecer a los animales de
granja.
Finalmente, unas últimas escalinatas conectaba el mundo rural
con el casco urbano de Ilha y así tras caminar un poco a través del pueblo
llegamos al bar donde nos esperaba el primer grupo. Un refresco y a reponer
fuerzas antes de partir con el autobús a Porto Moniz
De Ilha que decir, la auténtica población agrícola de
Madeira. Pudimos cruzarnos con algunos de sus habitantes, y aunque en el bar
había más viajeros que otra cosa, tuve la sensación de que no paraban de
observar a los turistas, como si fuera la primera vez que nos veían. O quizá no
hay muchas distracciones en Ilha.
Regreso al
hotel
Por último, tomamos rumbo al hotel a las siete y pico de
la tarde. Llegaríamos justo a tiempo para la cena
De este modo finalizo la crónica de la excursión
realizada el quinto día del viaje realizado en el año 2016 por Los Pinsapos.
Espero que sirva para recordar este día un poco mejor, que aquellos que no
estuvieron tengan una idea de nuestras aventuras en la isla portuguesa, y
confió en no haber olvidado mencionar nada importante.
Submarinismo
en la isla
Para cerrar esta crónica querría hacer un comentario
extraoficial sobre las actividades realizadas en Madeira. Me refiero a la
actividad de submarinismo que realicé el lunes 11 de Julio en Funchal.
Impresionantes fondos tiene la isla y gran biodiversidad. Pude encontrar
morenas, barracudas, un pez trompeta, varias especies de cangrejos, peces
lagartos, una raya angelote y mucho más. Además de un intento de contacto con
delfines, practicando buceo de superficie, donde pude observar durante unos 30
segundos que hacían estos magníficos animales bajo el agua.
Estas experiencias y las demás vividas esos días en
Madeira me llevan a recordar que el origen volcánico de la isla de Madeira la
ha dotado de una portentosa naturaleza montañosa, en ocasiones agresiva y
siempre imponente. Que sus impresionantes acantilados que se alzan sobre el mar
en la mayor parte de sus costas no nos han dejado indiferentes. Y, al menos en
lo que se refiere a mi persona, su particular biodiversidad tanto en sus
ecosistemas terrestres como marinos, me ha parecido de lo más interesante y
variopinto. Por estas razones no me cabe ninguna duda de que la elección de
viaje con este destino ha resultado ser todo un acierto. Os doy las gracias por
ello.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
DOMINGO DÍA 10 DE JULIO
Ruta a Porto Moniz, Ponta de Säo Lorenço y Funchal
CRÓNICA: SALVADOR GUERRERO y MARÍA DE ÁFRICA MORILLA
Fin del paseo, atraque (foto 20) y finalización
de nuestra última ruta en Madeira.
El grupo, de izquierda a derecha. En primera en fila: Miguel (conductor), Inés Gil, María de África Morilla, Pilar Millán, María Martín, Aurora Jiménez, Lucía Álvarez de Sotomayor, Salvador Guerrero, Francisco González, Luisa Cañizo, Marina Bruynnooghe y Pilar Cañizo. En segunda fila: Juan de Dios Cabezas, Inés Gil, Isabel López, José María García de la Nava Ruiz, Salvador, Guerrero, José María García de la Nava. Pepe García, María Ruiz, y Antonio Benitez, guía de Alventus.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
Dejamos Porto Moniz a las 9:14 horas (foto 1) después de un amanecer
precioso día (foto 2) y abandonamos el
Hotel Porto Moniz Sol, un hotel con encanto donde pasamos 5 días maravillosos,
(fotos 3 y 4)
Nos adentramos en los túneles ya conocidos por el grupo para ir a la
guinda del pastel.
Antes de llegar a nuestra ruta subimos a unos de los acantilados más
altos de Europa, el Cabo Girao, donde de nuevo las vistas nos sorprenden por
ser sencillamente impresionantes. Nos subimos en un suelo de cristal (foto 5)
para ver el abismo de la altura, no nos llegamos a acostumbrar de tanta belleza
de la naturaleza, con el mar azul contrasta con la verde vegetación (foto 6).
Ruta hacia Ponta de
Sao LorenÇo
Partimos a las 10:15 horas hacia nuestra ruta Ponta de Sao LorenÇo,
(foto 7) con un desnivel alrededor de 350 metros (foto 8). Antes de empezar,
vemos en el panel de entrada los que nos va a mostrar la ruta (foto 9).
Empezamos a andar a las 11:30 horas hacia la casa de Sardina. El viento del
noroeste, bastante molesto al principio. De nuevo ante grandes acantilados que
imponían un respeto. El grupo, bastante unido mientras subíamos y bajábamos
(fotos 10 y 11) por la vereda desértica; no había ningún tipo de vegetación
verde.
Dejamos atrás el puerto de Canical, antiguo puerto ballenero, donde se
rodó la película Moby DicK de John Huston e interpretada por Gregory Peck,
ahora hay una versión nueva.
Parábamos de vez en cuando para hacer nuevas fotografías (fotos 12 y
13 ). Aproximadamente después de una hora y media llegamos a la casa de Sardina
(fotos 14 y 15 ) en un sito muy árido pero muy cerca del embarcadero. Algunos
compañeros se quedaron en las mesas de campo mientras otros siguieron hasta la
punta de Sao LorenÇo donde pudieron ver la IIha de Ceveda y la IIha do Faro.
Una vez regresaron los compañeros que subieron, sacamos el picnic para
almorzar.
Mientras almorzábamos, pudimos ver el rescate de un senderista hasta
el embarcadero, donde lo recogió una zódiac de salvamento.
Paseo marítimo en
zódiac
Y ahora, la guinda al pastel, para volver, nuestro guía Antonio nos a
consejó hacerlo por el mar en una zódiac
de paseo (foto 16) que por 15 € por persona nos recogería en el embarcadero
donde nos podríamos bañar (foto 17).
Bajamos al embarcadero donde nos esperaba la zódiac para dar una
vuelta de ensueño y ver ahora los acantilados desde abajo (foto 18) mientras el
primer grupo salía, los del segundo se bañaban, nuestros compañeros Manolo y
José María, en un agua un poco fresquita pudiendo disfrutar del fondo marino.
La zódiac nos llevó hasta la isla del Faro y no pudimos seguir más
debido a la mala mar, gruesa, por lo que tuvimos que darnos la vuelta después
de una ligera explicación, para seguir disfrutando del mar y las cuevas que nos
enseñaban los tripulantes de la zódiac (foto 19).
El grupo, de izquierda a derecha. En primera en fila: Miguel (conductor), Inés Gil, María de África Morilla, Pilar Millán, María Martín, Aurora Jiménez, Lucía Álvarez de Sotomayor, Salvador Guerrero, Francisco González, Luisa Cañizo, Marina Bruynnooghe y Pilar Cañizo. En segunda fila: Juan de Dios Cabezas, Inés Gil, Isabel López, José María García de la Nava Ruiz, Salvador, Guerrero, José María García de la Nava. Pepe García, María Ruiz, y Antonio Benitez, guía de Alventus.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
LUNES DÍA 11 DE JULIO
Estancia y visita turística por Funchal
CRÓNICA: LUCÍA ÁVAREZ DE SOTOMAYOR
Por fin amanecimos en Funchal. Me apetecía conocer la ciudad y al
mismo tiempo me serviría de descanso después de las grandes caminatas que
Antonio nos ha pegado, sobre todo a mí que no estoy muy acostumbrada a subir y
bajar tantas y tantas escaleras como hemos ido encontrando a lo largo del
trayecto. Hoy lunes me siento a gusto sabiendo que descansaremos. El hotel
quizás no tan cómodo y amplio como el que tuvimos en Porto Moni.
Desayuno en el hotel
Madrugo y bajo al comedor. Ya me encuentro algunos compañeros
preparándose tostadas o tomando la rica macedonia que con tanto esmero nos
tienen preparada. También el yogur blanco en una gran fuente de cristal y
frutas variadas. Panes de muy diferentes formas, embutidos, rodajas de tomate,
revuelto de huevos, mermeladas… Esta vez echaba de menos las ricas tortitas con
caramelo chocolate o nata que nos ponían las mañanas de atrás.
Algunos nos sentamos en un pequeño patio agradable situado a
continuación del comedor. La temperatura a esta hora de la mañana buenísima,
fresquito, aún no hacía calor. Terminamos el desayuno y una poquita de cordial
sobremesa con los amigos, a continuación cada uno dispuso ir a un sitio. Nos
repartimos de dos en dos o cada tres para hacer juntos la excursión del día.
Día libre en Funchal
Unos se marcharon al teleférico para desde allí disfrutar de las
vistas que esta maravillosa ciudad nos ofrecía. Otros prefirieron pasear por
ella e ir de compras, visitar la iglesia de los jesuitas o ver la patrona de
Funchal. También el Mercado de Labradores, que es original y muy bonito, o la
Catedral. Algunos fueron al Museo del Vino donde se degustaban vinos de Madeira
y pastas, el Museo del Azucar o simplemente dar una vuelta en el autobús
turístico para que nos enseñaran toda la ciudad. “El Niño” como le llamamos al
hijo de Pepe García y María Ruiz, su nombre es José María, prefirió ir a bucear
a la playa.
Comida con disgusto
La comida la hicimos en el precioso paseo marítimo que tiene Funchal,
en el restaurante “Tapasol”. Al llegar, nos comunicó Pepe que habían tenido que
operar a su mujer, María Ruiz, rápidamente por temor a que el hueso de la nariz,
que estaba roto por la caída que tuvo, se le suelde de mala forma y antes de
tiempo. También nos enteramos que tenía roto un hueso de la mano y que una vez
operada y semiescayolada, se encontraba relativamente bien y ya descansando en
el hotel.
Fue para todos una noticia impactante y desagradable sobre todo por lo
que los pobres podrían estar sufriendo aunque en todo momento con una fortaleza
grande, trataba la familia al completo de tranquilizarnos y quitarle
importancia al asunto. Pepe y su hijo José María almorzaron con nosotros. La
comida estuvo bien servida y rica. A la salida, casi todos nos marchamos al
hotel para descansar un rato. Tengo que decir que las hermanas Pilar y Luisa,
como siempre, “valientes andarinas”, se recorrieron la ciudad por todo lo largo
y ancho descubriendo bonitos y recónditos rincones.
De compras por
Funchal y cena
Por la tarde algunas, ya arregladas,
llevaban sandalias nuevas y vistosas que habían comprado por aquellos
alrededores, abriéndonos a otras las ganas de copiarlas. Al rato, tres mujeres
llevábamos los mismos zapatos comprados y bajo el brazo. Seguimos paseando un
rato y la cena fue en el mismo restaurante del almuerzo. El atún buenísimo y
los postres.
A la salida preguntamos cerca por un sitio donde cantaran Fados
pero ya se habían marchado a casa y nos encaminamos todos hacia el hotel por
una zona de callecitas estrechas llenas de bares y mucho ambiente. Una vez
allí, tomamos una copa algunos de nosotros en el patio ya que hacía una
temperatura deliciosa. Más tarde nos retiramos al hotel a descansar.
De izquierda a derecha: Manuel Muñoz, Francisco Vera, Marina BruynnooghePilar Millán, Francisco González, Juan de Dios Cabezas, Aurora Jiménez, María Martín, José María García de la Nava Ruiz, Lucía Álvarez de Sotomayor, Luisa Cañizo y Pepe García. Hace la foto, Pilar Cañizo.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
De izquierda a derecha: Manuel Muñoz, Francisco Vera, Marina BruynnooghePilar Millán, Francisco González, Juan de Dios Cabezas, Aurora Jiménez, María Martín, José María García de la Nava Ruiz, Lucía Álvarez de Sotomayor, Luisa Cañizo y Pepe García. Hace la foto, Pilar Cañizo.
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(Fotos: ) en elaboración.
MARTES 12 DE JULIO
Traslado al aeropuerto de Funchal y regreso a Málaga
CRÓNICA: ISABEL LÓPEZ
Nuestro viaje llegaba a su fin, a las 16:30 horas nos esperaría
el autobús para llevarnos al aeropuerto.
Esta última mañana en Funchal la aprovechamos para hacer algunas
compras, dar un último paseo por el centro de la ciudad. Algunos no quisieron
perderse la oportunidad de subir a monte, en el telesférico, para visitar a la iglesia de Nossa Senhora de Monte y el Jardín Tropical, parque que combina
plantas exóticas, jardines orientales y del renacimiento italiano con la
historia del país, exposiciones de esculturas africanas, colecciones de
azulejos y restos arqueológicos provenientes de palacios, conventos, iglesias y
casas privadas de todo el país http://www.madeira-web.com/PagesS/monte-palace.php
y la vertiginosa bajada en Os carinhos do cesto, medio de
transporte que usaban las familias ricas de la ciudad para desplazarse desde
sus residencias hasta el centro de la ciudad y que ahora constituyen una
atracción turística que da trabajo a un centenar de mozos.
De compras por Funchal
Yo aproveché para ir al Mercado
do lavradores, ya que quería conocer los productos de la gastronomía de la isla: las frutas, verduras y pescados que se
comercializaban en el lugar, y como no, comprar bulbos, tubérculos y semillas
de plantas tropicales; también para llevarme productos tradicionales: maracuyá,
bolo do caco, bolo de mel, vino de madeira, poncha y ginja.
Después de las compras me quedaba el gran problema, cómo acomodar todo
en la maleta que tiene que estar lista antes de las 12 horas.
Visita turística por Funchal
Tras dejar el equipaje en recepción, aún tuvimos cuatro horas y media
para recorrer las calles y parques de la ciudad, sentarnos en una terracita y
escuchar música en directo, tomar alguna ensalada y hacer cola para comprar ese
gran helado riquísimo y barato que vendían cerca del hotel.
A las 16:30 horas nos esperaba Miguel, con su microbús negro, en una
calle aledaña al hotel. Colocadas las maletas y otros paquetes, nos dispusimos
a hacer nuestro último viaje con ese magnífico conductor que nos había subido y
bajado por esas cuestas y curvas imposibles.
Viaje de Funchal al aeropuerto
Ya en el aeropuerto facturamos la maleta, con miedo a pasarnos en el
peso. Pudimos pasar por el control de seguridad, y a alguna persona que no
quiero mencionar, le detectaron en la mochila una navajita para cortas setas.
Con toda amabilidad le dijeron que si compraba un sobre en la tienda de duty
free, se la podían enviar por correo a casa. ¡Todo un detalle!
El viaje de vuelta se nos hizo más corto, ya que el cansancio
acumulado nos permitió dar alguna cabezadita. Al llegar a Lisboa, nos estaba
esperando una azafata para conducirnos a la puerta de embarque del ATR 42-600
que nos llevó de vuelta a Málaga, donde, después de despedirnos de los
compañeros que partían a otros destinos. Los que seguíamos a Marbella y
Estepona, recogimos los coches que habíamos dejado en el aparcamiento vigilado
el día del inicio del viaje para continuar hacia nuestras casas.
Una agradable experiencia compartida con compañeras y compañeros para
no olvidar.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: ) en elaboración.
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(Fotos: ) en elaboración.
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