sábado, 14 de junio de 2014

Recorrido costero de Estepona al río Guadalmina




CRÓNICA: MIGUEL ALONSO
Pasadas las ocho y media de la mañana, emprendimos la ruta un grupo de nueve compañeros del club para recorrer los primeros 13,7 kilómetros de la etapa 30 de la GranSenda de Málaga (GR-279), cuyo trazado total es de 25,3.

Nuestra meta era llegar hasta la desembocadura del río Guadalmina, caminando por la costa.
En esta ocasión, el punto de cita en Estepona era en los aparcamientos situados en la avenida del Litoral, en la desembocadura del arroyo La Cala, lugar donde dejamos aparcados los coches para iniciar el recorrido.

La ruta desde la playa de la Rada
El primer tramo comenzó en la zona oriental del Paseo Marítimo de Estepona, a la altura de la desembocadura del arroyo La Cala, internándonos enseguida en el litoral marítimo de la playa de la Rada, para recorrer unos kilómetros de playas de la Costa del Sol Occidental, en sentido este; de Estepona hacia las cercanías de San Pedro de Alcántara.

En algunos zonas, aprovechamos los acerados de algunas urbanizaciones por las que pasábamos. Esto nos facilitaba la caminata, ya que andar por la arena y por algunos tramos de cantos rodados nos dificultaba la marcha; un recorrido prácticamente llano, transitando casi todo el recorrido a nivel del mar.

Recorrimos parajes costeros de singular belleza, entre los que destacaban los últimos restos dunares del litoral occidental.

Atravesamos la desembocadura de una serie de ríos y arroyos de la cuenca de Sierra Bermeja: el arroyo de La Cala, nada más salir de Estepona; a los 3,2 kilómetros, el río Padrón (9:36 h) donde se encuentra el hotel Kenpinski y la Torre Almenara del Padrón; el río Castor (9:59 h) y el Velerín (10:18 h) con su Torre Almenara, tras unos dos kilómetros.

Decidimos no bañarnos hasta llegar al final por dos cuestiones: la primera, porque era muy temprano cuando comenzamos, cerca de las nueve de la mañana, y la otra razón por la incomodidad de andar con el cuerpo mojado que, al cabo de minutos cristalizaría por los efectos del sol, con lo que esa fina capa de sal en nuestros cuerpos nos irritaría la piel, como muy bien nos indicó el compañero Pedro Polo.

Si que nos decepcionó que, a nuestro paso por los restaurantes, no pudimos tomar bebidas refrescantes, ya que aducían que hasta pasadas las once no servían (?). Si que advertimos la diferencia de esta zona con la de Estepona hacia Cádiz, donde hay los clásicos chiringuitos y en esta zona eran restaurantes regidos o atendidos por “guiris” mal educados, como en en el "Sonora".

Estábamos casi a la mitad del recorrido programado. Caminábamos haciendo breves paradas, bajo la sombra que nos brindaban los árboles de los jardines de las urbanizaciones por las que íbamos pasando, para tomar agua y alguna fruta, ya que el calor comenzaba a arreciar, aunque si que tuvimos suerte, pues soplaba un leve viento de levante que en algunos momentos nos refrescaba su suave brisa.

Al río Guadalmansa, con su Torre Vigía del mismo nombre, llegamos (11:10 h) cuando llevábamos recorridos unos 7 u 8 kilómetros; después pasamos por la Torre del Saladillo. Ya estábamos cerca de nuestro ansiado destino, unos 800 metros según nuestras notas, para podernos dar unos baños y comer los bocatas con unas frías cervezas.

Por fin llegamos a la Torre del Guadalmina cercana al río Guadalmina (13:17 h), donde un poste con unas tablillas indicaban las distancias en los dos sentidos: al oeste, señalaba el recorrido que habíamos hecho, los 13,7 kilómetros de nuestra ruta y hacia el este, los 11,6 que restaban para llegar a Marbella, punto final de esta etapa 30 de la senda malagueña. Y sí, aquí había un chiringuito de madera, con mesas y sombrillas, donde nos permitieron tomarnos nuestros bocadillos y unas jarras de la cerveza madrileña Mahou. Hubo quienes tomaron unos platos de arroz que probamos y tenía un buen sabor.

Unos baños confortadores, unos cafelitos y tés y un rato de conversación, que como siempre transcurrió animadamente, con chistes y anécdotas de unos y otros, con las consabidas risas que provocábamos los narradores.

Ya pasaban veinte minutos de las tres de la tarde cuando decidimos emprender el regreso que habíamos planeado, consistente en regresar a Estepona utilizando el autobús de línea que une a Marbella con Estepona y que pasa con una frecuencia de 30 minutos.

Desde el chiringuito salía una carretera jalonada de pinos y de mansiones que nos llevó a la autovía, justo a la altura de una de las paradas del itinerario, situada a la altura del Asador Guadalmina, a donde llegamos cuando se marchaba un autobús (15:45 h), por lo que tuvimos que esperar media hora bajo la sombra que nos proporcionaba un paso elevado sobre la autovía, hasta que al fin llegó (16:15 h) el que nos devolvió a Estepona.

En total habíamos caminado unos 16 kilómetros: los 13,7 de la ruta playera y los casi dos desde la playa a la parada del autobús.

El recorrido del autobús fue visto y no visto, ya que llegamos a Estepona a las cuatro y media de la tarde. Unos metros desde la parada del autobús hasta donde teníamos aparcados los coches y la despedida.
Otra salida, esta vez por la playa con baño incluido, el que quiso, y buena camaradería.

                   VERSIÓN PARA IMPRIMIR
 

    Punto de encuentro en los aparecamientos situados en la desembocadura del arroyo La Cala.

    El grupo de 9 compañeros en la desembocadura del río Guadalmina. De izquierda a derecha: Miguel Alonso, Sofía Mateos, Margaret O'Connor, Miguel Ángel Pernas, Paquita Naranjo, José Luis Jiménez, Pedro José Polo, Pepa Torres y Remedios Palop.

GALERÍA FOTOGRÁFICA
Fotos Miguel Alonso

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario