sábado, 2 de agosto de 2014

Recorrido desde Istán a la Charca de la Canaleta


CRÓNICA: MIGUEL ALONSO

Desde Estepona partimos quince minutos más tarde del tiempo previsto (8:30 h), esperando a una retrasada, en un coche donde íbamos 5 compañeros. Llegados al kilómetro 176 de la Autovía del Mediterráneo A-7, nos desviamos para seguir hacia Istán por la carretera A-7176 y, tras haber recorrido 35,8 kilómetros, en una hora aproximadamente, llegamos a la plaza del Calvario, lugar de encuentro y donde aparcamos los coches. En este lugar esperamos unos minutos hasta reunirnos con los compañeros que venían de San Pedro de Alcántara y Marbella, con los que formamos un grupo de diez personas.

El pueblo de Istán
Al norte, la impresionante mole de la Sierra Real (1.331 m) preside el paisaje del municipio, como telón de fondo del pueblo y del pantano de río Verde o de La Concepción, que se extiende a sus pies. Por el sureste, otra zona montañosa, la de Sierra Blanca, prolonga el relieve hasta las proximidades de la costa. Entre ambas sierras, el valle del río Verde, antes de formar el embalse, da lugar a parajes de gran interés paisajístico y ecológico en la Dehesa de Bornoque, donde una densa masa de alcornoques baja hasta el fondo del valle, mezclándose con quejigos y algunos pinsapos, componiendo una bella estampa en el borde norte, en las cercanías de Istán; un paisaje agrícola de terrazas en las que se cultivan frutales y hortalizas.

Durante la rebelión de los moriscos en 1569, Istán (que significa más alto), tomó parte activa en el levantamiento de la zona. El señor del pueblo era un acaudalado morisco que promovió la rebelión en la costa. El rey Felipe II acabó con el levantamiento y, sofocada la rebelión, el pueblo se repobló con familias murcianas que hablaban el dialecto panocho, nombre con el que desde entonces se conoce a los habitantes del pueblo.

Antes de comenzar la caminata, entramos en el Bar-Restaurante Troyano, situado en la plaza del pueblo, ya que a la puerta del establecimiento se anunciaba en una pizarra los platos de la carta. Ya teníamos en la mente, por otros años que pasamos por aquí, que tenían un plato típico de conejo al ajillo. El camarero nos aseguró que a la vuelta tendríamos conejo para comer, por lo que nos dio el teléfono para llamar y decirle cuantos lo comeríamos.

Ruta a la Charca de la Canaleta
En vez de hacer la ruta caminando por la pista que conduce directamente al río, pasando por el lugar del nacimiento del río Molinos, conocido por “El Nacimiento”, nosotros decidimos hacer un recorrido más vistoso desde el centro del pueblo.

Iniciamos la caminata desde el aparcamiento de la plaza del Calvario, (10:05 h) pasando por la calle El Chorro, donde se encuentra una famosa fuente, antiguo lavadero que se puede considerar como la imagen más emblemática del pueblo, situado en una zona pintoresca de fachadas blancas, en cuya escalinata lucen las buganvillas y rosales.

La fuente de El Chorro consta de siete caños y se abastece de antiguas de canalizaciones de origen árabe. El agua pasa desde la fuente hasta el lavadero, adornado con arcos de ladrillo visto y azulejos.

Tras unas fotos, seguimos caminando hasta la plaza donde está la iglesia de San Miguel (siglo XVI), donde nos esperaban tomando unos cafelitos Rosa, Marja y Javier. En este lugar nos hicimos la foto del grupo (10:20 h), continuando posteriormente por una callejuela que salía, a la altura de un quiosco de chuches, a la izquierda de la iglesia, que en bajada nos llevó a la altura del cementerio (10:31 h). Desde este lugar continuamos a la derecha para volver a bajar pasando por una zona de huertas y frutales, en dirección sudeste por el sendero PR.A-166 Istán-Herrizas de la Gallega.

Este sendero nos llevó a uno de los rincones más espectaculares del valle del río Verde: el Charco del Canalón, por una pista forestal que, tras unos 500 metros a través de huertos y frutales, nos llevó hasta el cruce del río Molinos, que atravesamos por el puente peatonal de hormigón y después continuamos unos 600 metros por la misma pista en dirección norte, caminando en  bajada sobre un suelo de cemento para después cruzar un arroyo. A lo largo de este primer kilómetro de recorrido pudimos ver como los naranjos y aguacates poblaban las huertas que dejábamos a nuestro paso.

Poco más adelante cruzamos otro arroyo conocido como Arroyo Luis y a unos 100 metros llegamos a las Herrizas de la Gallega, especie de mirador natural, desde donde pudimos contemplar una impresionante vista del río Verde.
Después continuamos por la pista que, tras atravesar unos campos de aguacates, empezó una leve subida. Estábamos, más o menos, a unos 2.500 metros de la salida. Aquí la ruta abandonaba la pista forestal y por la izquierda se adentraba en un sendero que continuamos cruzando primero dos arroyos pequeños y luego uno un poco más grande: arroyo Castaño. Poco más adelante llegamos a una pista forestal a través del Puerto de la Cornicabra.

Subimos un poco por esta pista que nos llevó a otra que continuamos por la izquierda y, al cabo de unos cientos de metros, descendimos al río Verde. Esta pista, que viene a la derecha, es por la que hubiéramos venido desde el pueblo si no hubiéramos seguido la opción que tomamos al principio.

Una vez en el río, antes cruzamos el arroyo Bornoque e inmediatamente después del cruce del arroyo, seguimos a la derecha por una pista que seguimos recto unos 15 metros hasta el río, que tuvimos que cruzar con precaución debido a las piedras resbaladizas por el verdín que las cubría.

Seguimos la pista y en unos 400 metros encontramos otro cruce de carril que sale por la derecha: el Carril de las Arcas, que seguimos recto y en unos minutos de bajada llegamos al río Verde. En este punto encontramos los restos de un antiguo puente colgante, solamente quedaban los cables suspendidos sin tablas. Una pena que no se reparen estos pasos, por lo que tuvimos que cruzar con cuidado el arroyo y posteriormente seguir 10 metros y, en la primera curva del carril, por la derecha, cogimos un sendero que en pocos metros y río arriba nos llevó (14:20 h) al Charco del Canalón.

Nada más llegar y acomodarnos, bajo una sombra junto a la charca, nos dimos el primer baño en unas frescas y claras aguas. Había poca gente, por lo que nos felicitamos de la suerte.


Charca de la Canaleta
En este lugar comimos y entre baños en unas aguas pobladas de pequeños pececillos, parece que eran alevines de Barbos (?). Hasta pudimos darnos unas cabezadas, algo incómodas pues el lecho era de piedra.

Esperábamos a que el sol fuera perdiendo intensidad, pero ya nos cansaba la espera y en nuestro pensamiento nos inquietaba el tiempo de vuelta, unas dos horas y media. Al fin, decidimos emprender el regreso (18:00 h). Pensábamos que el sol nos toleraría nuestro atrevimiento. El resultado fue a medias; un camino de subidas y bajadas por algunas sombras con poca agua.

A una hora y media del pueblo, nos reconfortaron los frutos de las huertas que había a uno y otro lado del camino: higueras y naranjos, a nuestro alcance, que nos permitieron calmar la sed y deleitarnos con sus sabores, a la vez que coger una inyección de azúcares tan necesarios para seguir caminando.

Al pueblo llegamos (20:40 h) pensando en el conejo al ajillo que nos esperaba. Antes paramos en una fuente de agua, cerca de la plaza de la Puerta del Chá, frente al edificio del ayuntamiento, donde saciamos la sed y nos refrescamos la cabeza. Algunos aprovechamos, a nuestro paso, la panadería de San Miguel Arcángel, que tiene horno de leña y además es pastelería. Su especialidad son las tortas de aceite con la base de sallos (?), una receta con más de 100 años de tradición. Hicimos acopio de sus productos y continuamos por la calle Empedrada hacia la plaza, donde nos estaban esperando en las mesas del restaurante, justo ante la fachada de la iglesia.

Cena en Istán
Por supuesto, además de un descanso sentados en las mesitas del “Bar-Restaurante Troyano”, comimos opíparamente. Unos, el plato estrella: “conejo al ajillo” y el “plato panocho” compuesto por: patatas y pimientos verdes fritos, pisto, chorizo, filetitos de lomo, huevo frito, un gozo. Otros, optaron por los calamares fritos a la romana o ensaladilla rusa, todo regado, en unos casos por cerveza o vino y en otros por unos refrescos.

El ambiente de la plaza era encantador, con un cierto trasiego de lugareños y forasteros bajo una agradable temperatura. La noche se nos había echado encima, sin darnos cuenta, mientras comíamos y charlábamos animadamente. Teníamos que regresar, cosa que hicimos cuando eran las diez y media de la noche. En el cielo del aparcamiento, la luna en fase creciente, lucía e iluminaba la plaza.

Otra ruta para retener en nuestra mente y repetir el próximo año en los mismos o parecidos términos.


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   PLANO RECORRIDO ESTEPONA A ISTÁN

  VISTA SATÉLITE



  MAPA TOPOGRÁFICO

    PERFIL DE ALTURA


   El grupo ante la iglesia de San Miguel de Istán. De izquierda a derecha: Rima, Marja Bolscher, Brooke Harris, Miguel Alonso, Violeta Montequín, María Rosa Martín, Manuel Muñoz, Javier Duarte, Martine Colombu y Camille Harris.


GALERÍA FOTOGRÁFICA 
(Fotos: Miguel Alonso, Manuel Muñoz y Javier Duarte.






 

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