CRÓNICA: MANUEL MUÑOZ
A
las 10:00 horas de la mañana y en el lugar de costumbre, el Bar del Estadio de Estepona,
nos encontramos José Antonio Quiros y su hija Marta, José Luis Jiménez, José
Luis Gil, Jesús Díaz, Pilar Villar y Manolo Muñoz, sin demora salimos hacia San
Pedro recogiendo antes a Faustino Manjón en Hacienda Beach, a la altura del
Hospiten.
Nos
desviamos en el kilómetro 168,5 (salida a Benahavís) hasta llegar a la rotonda,
sobre las 10:35 horas, paramos junto a la
gasolinera de Repsol para unirnos a la familia Castro: María Vitoria, Francisco Jesús y
Marina, nuevos compañeros de San Pedro. Sois bienvenidos.
Posteriormente
continuamos por la segunda salida de la rotonda, la carretera A-7175, hasta
llegar a la primera zona de aparcamiento
cerca de la carretera, antes de la entrada a Benahavís para dejar los coches y
comenzar el recorrido. Hasta aquí hemos recorrido unos 23 kilómetros en una media hora
aproximadamente.
Recorrido
por la acequia
A las 10:50 horas comenzamos la ruta,
en vez de seguir por la carretera hacia la Charca de las Mozas, por un
nuevo recorrido de unos tres kilómetros, peatonal y paralelo a la carretera, elegimos
la opción mas fresquita, pasar el nuevo puente de madera por el que cruzamos el
río hasta la ladera opuesta a la carretera, bajo la que transcurre el cauce,
unos 40 metros
por encima del nivel fluvial. En el extremo del puente, en la ladera de la montaña,
pasa la gran acequia de Guadalmina con más de un siglo de vida, que forma parte
del rico patrimonio hidráulico. Agua limpia y con un continuo caudal camino a su
salida hacia el sur.
Continuamos
el recorrido por la acequia, camino que disfrutamos relajados y con los pies metidos en agua, protegidos de
los rayos solares por unos túneles de abundante y variada vegetación que
flanquean la acequia, disfrutando de una perspectiva diferente a la de las
angosturas, que ahora recorremos a media altura por la vertiente oriental,
pasando por un pequeño acueducto que salva el arroyo del Coscojar y que nos
sirve de puente a nuestro paso. A nuestra izquierda, al frente de la vista,
asoma el cerro de Montemayor y en el sentido de nuestra marcha, cada vez más
cerca, el pueblo de Benahavís.
Al
cabo de una hora de camino, aproximadamente, llegamos a punto donde la acequia
recibe el agua del río, un cruce donde un camino de acceso a una finca baja a
nuestra derecha y que, en unos pasos, nos acercará a la carretera de Benahavís.
Desde este lugar caminamos unos 20
minutos por un acerado al lado de la carretera, que nos condujo a las
escalinata por la que accederemos a la “Charca de las Mozas”, de unos cinco
metros de profundidad, situada en la ladera sur del Tajo de los Novios, punto
de inicio del recorrido por el cauce fluvial.
Recorrido
fluvial
Empezamos
la ruta acuática a las 12:35 horas, en el sentido de la corriente, iniciamos el
primer contacto con el agua bajando por un tobogán formado por la erosión del
agua sobre las rocas. Después de esta primera poza, continuamos por una zona
del río muy pedregosa. Este tramo lo recorrimos con cuidado ya que presenta una cierta
dificultad debida al verdín acumulado en las piedras que la hacen resbaladizas.
Las
siguientes pozas las pasamos con el agua a la altura de la cintura. Poco a
poco, nos adaptamos a la temperatura del
agua, comprobando que los tramos más fáciles son los que hacíamos nadando o
dejándonos llevar por la corriente del agua.
Según
avanzamos, el río se va encajonando, cada vez más, a través de las paredes
rocosas que albergaban gran cantidad de plantas rupícolas, llegando a una
estrecha garganta o cahorro, cuyas paredes se pueden tocar con los brazos
estirados en cruz. Las pozas empezaron a tener mayor profundidad, lo que nos obligó
a nadar entre las paredes verticales donde es difícil encontrar puntos de
agarre.
Hay
que destacar la colonia de palomas bravías que viven y nidifican dentro de la
estrechura, durante el recorrido encontramos un nido con dos polluelos y la
madre que a pesar que estamos muy cerca de ellos, haciéndoles fotos y mucho
ruido, en ningún momento los abandonó. La naturaleza y los animales son muy
inteligentes, estas palomas además de agua y comida, en este entorno tienen protección contra su
peor enemigo, las aves rapaces, dentro de estas paredes no se atreven a volar
la dificultad que ello representa para su tipo de vuelo, en caída libre y mucha
velocidad, por ello las palomas nunca abandonan esta protección natural.
Como
el recorrido es corto, no tenemos prisa por llegar, por lo que disfrutamos
tranquilamente de este idílico lugar. Según avanzamos, entramos en una zona
donde casi no se ve el sol y la luz se cuela por las rendijas de la parte alta,
entre las rocas, creando un bello espectáculo con reflejos multicolores que
bailaban en las paredes de la estrechura. A ambos lados, las rocas están
cubiertas por unos pequeños helechos y musgos cuyo verde da un fresco muy
agradable a nuestro paso.
Por la
zona de los sifones
Llegamos
a una de las zonas más interesantes del recorrido, una cueva que sirve de
túnel, ya que se atraviesa, donde en épocas de lluvias se puede formar un
sifón.
Durante
varios metros de recorrido nadamos por un pasillo entre las rocas, donde el
agua tiene más profundidad y por ende, más fría. Las paredes no ofrecen puntos
donde agarrarse, es la zona conocida como el “Primer sifón”. Al mirar hacia
arriba vimos la formación de estalactitas
que colgaban del techo de la pared rocosa.
Más
adelante, llegamos a un tramo subterráneo, el llamado “Segundo sifón”. Al fin,
la luz del sol comenzó a colarse por las grietas de este túnel tan
espectacular, saliendo al final a una zona más abierta, donde, de nuevo, vimos
los deslumbrante rayos solares, continuando ya por tramos de poca profundidad.
Al
cabo de tres horas de recorrido llegamos a una pequeña presa, el mayor reto de
la ruta, nada fácil, la del Río Guadalmina, que tuvimos que bajar teniendo dos
opciones: una, haciendo un corto rappel agarrados a una cuerda con nudos y con
la ayuda de los compañeros y otra, bajando por una especie de tobogán al agua.
Ambas opciones ofrecían cierta dificultad.
Todavía
nos quedaba un tramo de pozas, con cierta profundidad, donde tuvimos que nadar
unos diez minutos, llegando a la zona donde se abre el cauce y se acaban las
angosturas, justo bajo el nuevo puente de madera. El recorrido finaliza en una
última poza llamada “Charca de los tubos“. A las 3:30 horas salimos del
río, por nuestra derecha, para alcanzar la carretera y, en unos minutos,
llegamos al aparcamiento donde dejamos los vehículos.
La hora
del almuerzo (que cara de habrientos teníamos todos)
La idea de comer en el Parque Torre Leonera, se vio frustrada por el
cierre del Parque, no sabemos el motivo, por lo que de común acuerdo nos fuimos
hasta San Pedro y almorzamos divinamente en Ruta la Plata II, hamburguesa de
buey, tomates aliñados con sabor a auténtico tomate, valga la redundancia, ya
que el que comemos normalmente no sabe a nada. José Antonio Quirós, Marta y
Miguel Ángel Pernas almorzaron el en McDonald, muy cerca de Ruta la Plata, y después se tomaron el
cafelito con nosotros.
Tras de
la comida, dimos por finalizada una bella y emocionante jornada, regresando a
nuestras casas. Un día y una ruta para recordar.
Lo más
importante volvimos ilesos y sin un rasguño, a pesar de los continuos
resbalones con culazos incluidos.
PARTICIPANTES
En las angosturas del Guadalmina de izquierda a derecha: Manuel Muñoz, Faustino Manjón, Miguel Pernas, Marta Quiros, Jesús Díaz, Pilar Villar, José Antonio Quiros, José Luis Jiménez,Francisco Caracuel, Marina Caracuel y Victoria Castro, hace la foto José Luis Gil.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
En las angosturas del Guadalmina de izquierda a derecha: Manuel Muñoz, Faustino Manjón, Miguel Pernas, Marta Quiros, Jesús Díaz, Pilar Villar, José Antonio Quiros, José Luis Jiménez,Francisco Caracuel, Marina Caracuel y Victoria Castro, hace la foto José Luis Gil.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(Fotos: Pilar Villar, José Luís Gil y Jesús Díaz)
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